Hazrat Inayat : La Poesía Sufi pt V
Hazrat Inayat Khan sigue explicando el imaginario de la taberna y el vino tan utilizado por los poetas sufíes de Persia. La publicación anterior se encuentra aquí.
Una vez vi a un majzub, un hombre que fingía estar loco, que, aunque vivía en el mundo, no deseaba ser del mundo. Estaba de pie en la calle de una gran ciudad, riendo. Me quedé allí, sintiendo curiosidad por saber qué le hacía reír en aquel momento. Vi que era la visión de tantos hombres borrachos, cada uno habiendo bebido su vino particular.
Es muy divertido cuando lo vemos de esta manera. No hay un solo ser en la tierra que no beba vino, pero el vino de uno es diferente del vino de otro. Un hombre no sólo bebe durante el día, sino toda la noche. Se despierta en la mañana intoxicado por el vino que estuvo bebiendo. Se despierta con miedo o ira, se despierta con alegría o con amor y afecto. En el momento en que despierta del sueño, muestra el vino que ha estado bebiendo.
Cabe preguntarse por qué los grandes maestros sufíes se han interesado tanto por el particular imaginario de estos poetas. La razón es que encontraron la solución al problema de la vida contemplando el mundo como una taberna, con muchos vinos y cada persona bebiendo uno diferente. Descubrieron la alquimia, el proceso químico con el cual cambiar el vino que bebe una persona y darle otro vino para ver cómo funciona. El trabajo del maestro sufí con sus alumnos es similar. Primero averigua qué mezcla de vino bebe su murid y luego averigua qué mezcla debe tomar.
Cabe preguntarse si no hay lugar para la sobriedad en la vida. Lo hay, pero cuando esa sobriedad se interpreta correctamente, se ve que también es vino. Amir, el poeta indostaní, lo ha expresado en verso: “Los ojos del sobrio hablaron a los ojos del ebrio: ‘Tú no tienes sitio aquí, porque tu embriaguez es diferente de la mía’”. La persona despierta parece estar dormida para la que duerme, y así, la que se ha vuelto sobria también parece estar todavía ebria. La condición de la vida es tal que nadie parece estar sobrio. Esta sobriedad es lo que los budistas llaman nirvana y los hindúes mukti. Entonces, si me preguntaran si es deseable que estemos sobrios, mi respuesta sería: ‘No. Lo que es deseable es que sepamos lo que es la sobriedad; y después de saber lo que es la sobriedad, tomar el vino que podamos elegir. La taberna está ahí, los vinos están ahí’.
Hay dos hombres, uno que es el amo del vino, el otro que es el esclavo del vino. El primero bebe vino, pero el vino se lo bebe al otro. Aquel al que se lo bebe el vino es mortal, y aquel que bebe vino se hace inmortal. ¿Qué es el amor de Dios? ¿Qué es el conocimiento divino? ¿No es un vino? Su experiencia es diferente, su embriaguez es diferente, pues hay vino ordinario y hay champán muy costoso. La diferencia está en el vino.
En el imaginario de los poetas sufíes, esta taberna es el mundo, y el Saqi es Dios. Sea cual sea la forma en que venga el que ofrece el vino [Saqi], es Dios quien viene. De este modo, reconociendo al Saqi en todas las formas, el sufí adora a Dios. Él reconoce a Dios como el que ofrece el vino, en el amigo y en el enemigo. El vino es la influencia que recibimos de la vida, una influencia armoniosa o deprimente, una influencia bella o carente de belleza. Cuando nos hemos entregado a esa influencia, entonces nos embriagamos, nos volvemos adictos a ella, estamos bajo su influencia. Sin embargo, cuando hemos procurado la sobriedad, nos hemos elevado por encima de todo eso y entonces, todos los vinos son nuestros.
Continuará…
Traducido por Inam Anda