Hazrat Inayat: el sentido de la vida pt. I 

Con esta publicación comenzamos una serie de enseñanzas sobre el sentido o el propósito de la vida dadas por Hazrat Inayat Khan a un círculo de sus murids. Una lectura de cerca puede mostrar en sus palabras un tono más individual y vívido que el hallado en sus lecturas públicas. 

Esta es la cuestión que todos se plantean, tan pronto como la inteligencia se desarrolla: “¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el objeto de mi vida?”. 

Cada ser tiene una idea distinta de lo que es el sentido de la vida. Algunos piensan que el objetivo de la vida consiste en ser virtuoso, y mediante la práctica de la virtud, ser feliz. Pero entonces, ¿qué es la virtud? Lo que a nosotros puede parecer virtuoso, puede no parecerlo a otros. Lo que en un caso es virtud, en otro caso puede ser vicio. Lo que parece virtuoso exteriormente, puede ser muy distinto interiormente. 

Si alguien está sentado con un rosario en el atrio de un santuario, el mundo dirá “él es muy virtuoso”. Si otro está caminando en los tugurios, o sentado en los cafés, puede ser muy virtuoso interiormente, pero por el simple hecho de caminar en los barrios bajos, el mundo nunca dirá que es virtuoso. Están los amantes de Dios y están los vendedores de Dios. Si hay alguien con un rosario y una barba larga, sentado en el santuario, el mundo entero irá tras él, lo tomará por un ser santo. Él hace de su devoción un espectáculo, un comercio. Y están los amantes de Dios. Ellos no hacen la más mínima profesión de su amor a Dios. “Para tus adentros, sé un amigo, y por fuera no importa”. Esta actitud se encuentra poco en el mundo. Vemos que los amantes, al comienzo de su amor, esconden su amor. Ella no menciona su nombre ante otros; tampoco él pronuncia su nombre ante otros. Cuánto más esconderá su amor ante otros aquel que comienza a amar a Dios. Él no dice el nombre de Dios. 

Algunos piensan que el objetivo de la vida es el poder. Pero vemos que algunos desean el poder y otros no lo desean en absoluto. Es imposible que el propósito de Dios, o de la Vida, pueda ser algo que no es deseado por alguien. Y si el poder fuera el sentido de la vida, el más poderoso sería siempre feliz. El tigre y el león son los animales más poderosos. Si vamos a la jungla donde habitan los tigres, veremos que el tigre está siempre inquieto, siempre moviéndose arriba y abajo. Su poder es tan grande que no le da descanso. Si vamos donde los corderos, que son débiles, inocentes, vulnerables, veremos que están jugando. Un cordero nunca quiere pelear con otro. Si lo asustas, agacha la cabeza, se esconde. Si le ofreces comida, de inmediato se acerca y come, confía en ti. Cuando duerme, duerme tranquilo. En la jungla donde habitan el tigre y el león, toda la noche hay rugidos. El tigre nunca dejará que otro tigre ronde cerca de él. Si llega otro tigre, lucharán hasta que uno muera y el otro quede vivo. En el día, si te les acercas, verás que la respiración siempre va y viene rápido. La respiración que calma y tranquiliza a otros, no les da descanso. Él no tiene paz, ni calma, ni descanso. Ve a la jaula de los tigres y observa. Si el poder fuera el sentido de la vida, las naciones más poderosas serían las más felices. ¿Es así? 

Hay quienes piensan que el placer es el objetivo de la vida, comer, beber, gozar, pues mañana moriremos. Esta es la idea de cualquier persona cuando termina su educación escolar. “Seamos alegres y gocemos, pues mañana estaremos muertos”. Pero este nunca puede quedar satisfecho. Si vamos hoy a un café, mañana desearemos ir a un restaurante mucho más grandioso. Si hoy vamos en el bus, mañana desearemos un automóvil propio. Queremos ir a todos los teatros, a todos los restaurantes, para entretenernos. ¿Y quién tiene la salud para todo este disfrute, o el bolsillo siempre lleno? Ni los reyes, ni la gente rica, lo consiguen. Cuán poco tiempo dura el placer. No es posible que algo tan breve, tan imperfecto, pueda ser el propósito de Dios. 

Continuará… 

Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez