Hazrat Inayat: La Divinidad del Arte, parte II
Esta es la segunda parte de la enseñanza de Hazrat Inayat Khan sobre la forma en que el arte se convierte en un vehículo de lo divino. La primera mitad está publicada aquí.
El cuarto aspecto del arte sólo puede desarrollarse a través de la meditación, porque llega como un milagro. Ya no es sólo arte, sino una expresión directa del alma. Este cuarto aspecto puede denominarse dar vida a la obra de arte. En los tres primeros aspectos, la obra de arte sigue siendo sólo arte, pero en el cuarto aspecto se convierte en algo vivo. Y el artista que alcanza esta etapa, en la que puede dar vida a lo que crea, ha alcanzado el grado más elevado, la maestría del arte. Ningún artista puede alcanzar esta etapa sólo con la práctica de su arte; es esencial que sepa que para lograr grandes cosas en el reino del arte, necesita un desarrollo espiritual.
Para desarrollar el arte en el verdadero sentido de la palabra, no hace falta ser artista, no hace falta tener esa vocación particular en la vida. Sea cual sea la vocación, el arte es igualmente necesario. Es un error pensar que el arte no es necesario en la vida social o doméstica, en los negocios, en la industria o en la profesión. Es debido a la división que la gente ha hecho entre el arte y otros ámbitos de la vida, que la vida ha quedado desprovista de belleza. De este modo, el arte ha sido descuidado en gran medida, excepto por aquellos que sólo lo aprecian o que tal vez tienen algo de tiempo libre para reflexionar y dedicarle tiempo. Pero incluso ellos ignoran muy a menudo la belleza y el valor reales del arte; se interesan por él sólo porque quieren poder decir que son aficionados al arte. Es por ello que los artistas a veces no tienen la oportunidad de expresar su alma a través del arte, al verse obstaculizados por esta falta de valoración. Otros quieren comercializar su arte; pero el arte está siempre por encima de los valores materiales. Cuando el arte tiene que limitarse por los valores materiales, o busca la aprobación de quienes no lo comprenden, tiene que sufrir. En lugar de evolucionar, decae.
Pero incluso en la vida práctica, el arte tiene un gran alcance. Piensa, por ejemplo, en todo lo que una mujer puede hacer en su vida cotidiana, en su hogar, con sus dones artísticos. Puede hacerlo hermoso y confortable; puede educar a sus hijos para que tengan mejor gusto; y cualesquiera que sean sus medios, incluso sus maneras pueden producir belleza, armonía y felicidad en su hogar. Lo mismo ocurre en la oficina, en la industria, en los negocios, en cualquier cosa que uno haga. Si se tiene en cuenta la belleza y la armonía, se puede hacer más bello el propio negocio o profesión, la propia vida y el propio trabajo, produciendo así mayor felicidad para uno mismo y para los demás.
Cuando el espíritu del arte se desarrolla, este desarrollo no produce nada exteriormente, sino que lo hace interiormente. ¿Y qué es esto? Es el arte de la personalidad. En un verdadero artista, se desarrolla una personalidad distintiva que se expresa en todo lo que hace. En otras palabras, un artista no necesita pintar un cuadro para demostrar que es un artista. Cuando ha alcanzado una cierta etapa del arte, su pensamiento, su discurso, su palabra, su voz, sus movimientos, su acción y todo lo que hace se convierte en arte. El valor del arte de la personalidad es tan grande que nadie en este mundo, sea cual sea su ocupación, puede decir que no necesita desarrollarlo o aprenderlo. Si es un hombre de negocios, si es un abogado, si está en la industria, si es un comerciante, o si está trabajando en una oficina o fábrica, cualquiera que sea su posición, este arte de la personalidad le ayudará. Si es un soldado, tiene la oportunidad de convertirse en general; si es un trabajador en una fábrica, puede que un día se convierta en el jefe de la misma. Además del éxito, gracias al arte de la personalidad, tiene el magnetismo necesario para atraer a todos los que conoce. El arte de la personalidad se manifiesta en los movimientos, en los modales, en las palabras, en el habla, en los pensamientos y en los sentimientos. En cambio, una persona con una personalidad desgarbada lo hace todo mal. Sus movimientos son desaliñados y todas sus acciones son poco atractivas. El que aún no ha adquirido el arte de hablar ofenderá incluso sin proponérselo; y en la vida cotidiana, ¿no vemos a personas que insultan a otras sin querer porque no conocen el arte de decir sin decir?
Otras artes no pueden compararse con el arte de la personalidad. El carácter no nace con el hombre; su carácter se construye después de su llegada. Incluso si una persona puede llamarse a sí misma un ser humano, todavía tiene que conocer ese arte mayor que puede llamarse correctamente una verdadera religión. Porque hay otro grado al que aspirar, y ese grado es la personalidad de Dios. Tan pronto como uno busca la personalidad de Dios, ve que es diferente de la personalidad humana. Con la personalidad del hombre, el hombre sólo puede adoptar un punto de vista humano, mientras que con la personalidad de Dios, el hombre tiene que adoptar el punto de vista de Dios. Y son esos individuos con el punto de vista de Dios los que, cada vez que han venido a la tierra, no sólo han enseñado a la humanidad, sino que han dado un ejemplo a la humanidad con sus vidas. Vinieron y se fueron – algunos conocidos, otros desconocidos – pero cada uno de ellos fue aceptado por unos y rechazado por otros. Ninguno de ellos fue aceptado o rechazado por toda la humanidad. Sin embargo, a pesar de ello, la verdad resultará victoriosa por sí misma, pues la victoria no pertenece a otra cosa. La victoria que proviene de la falsedad es una victoria falsa. Sólo la verdadera victoria pertenece a la verdad, y a medida que el hombre indague más y más en las profundidades de la vida y sus secretos, se dará cuenta de ello más plenamente. La falsedad, cualquiera que sea su éxito aparente, tiene sus limitaciones y su fin, porque a cada paso la persona falsa sentirá la falsedad; y con cada paso que una persona dé hacia la falsedad, sentirá que sus pies se hacen cada vez más pesados cuando se encuentre con la verdad, mientras que los que caminan hacia la verdad sentirán que sus pies se hacen más ligeros con cada paso que den. Y es aprendiendo el arte de la vida, y practicándolo, como uno es conducido por el camino de la verdad hacia esa meta que es el anhelo de toda alma.
Por último, está el arte del pensamiento. Cuanto más active uno su pensamiento, su imaginación, más capaz será de expresarlos en el ámbito del arte. Por lo tanto, el embellecimiento del pensamiento es la mayor fuente de desarrollo del arte. Y cuando hayamos comprendido esto, llegaremos a la conclusión de que tanto si las obras de arte externas son poesía, como música, pintura o escultura, el arte de la personalidad es la mayor de todas las artes. Pero es un arte que no puede perfeccionarse sin desarrollar el espíritu de simpatía. Esto es lo principal y lo más importante en la vida. Cuanto más profunda sea nuestra simpatía, mayor será nuestro poder e inspiración para llevar nuestro arte a la perfección.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.