Hazrat Inayat : La Libertad del Alma parte VIII
Con esta última publicación de la serie, Hazrat Inayat Khan resume los cambios que se producen con el despertar del alma. La publicación anterior de la serie se puede encontrar aquí.
La primera señal que notamos después del despertar del alma, es que comenzamos a ver desde dos puntos de vista. Comenzamos a ver el bien del mal y el mal del bien; comenzamos a ver lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno; comenzamos a ver que todo se refleja en su opuesto. De esta manera, nos levantamos por encima de la intelectualidad, que entonces comienza a aparecer como un conocimiento primitivo o elemental. Vemos la oscuridad en el brillo y la luz en la oscuridad, la muerte en el nacimiento y el nacimiento en la muerte. Es una especie de doble visión de las cosas. Y cuando hemos llegado a esto, entonces la razón ha dado paso a un razonamiento más elevado. Sin duda nuestro lenguaje se volverá extraño para los demás; la gente no lo entenderá. Se confundirán con lo que decimos. Para algunos será demasiado simple, para otros demasiado sutil; demasiado simple para los que sólo escuchan palabras sin importancia, y demasiado sutil para los que se esfuerzan en comprender el significado y no lo alcanzan.
El tercer aspecto es que en el fracaso no sentiremos tanta decepción, y en el éxito no sentiremos tanta alegría. En condiciones adversas no nos sentiremos tan abatidos, en condiciones favorables no tan engreídos. Y estos continuos cambios que experimentamos en este mundo, como los amigos que se convierten en enemigos, el amor que a veces se convierte en odio, la sensatez en insensatez, estas pequeñas sorpresas que experimentamos cada día en este mundo, cuando las cosas son diferentes de lo que esperábamos, todas estas perturbaciones no se sentirán tan profundamente. La vida en el mundo está llena de perturbaciones; no hay fin para ellas. A cada paso encontramos alguna sorpresa, todo el tiempo algo nuevo; pero cuando el alma se despierta, no sentimos esas perturbaciones tan profundamente. Ellas vienen, pero no nos golpean tan fuertemente.
Al mismo tiempo, a pesar de todo esto, viene un sentimiento más profundo. Una persona avanzada es más susceptible a las heridas que la que no es avanzada, porque su corazón se vuelve tierno y siente agudamente; está viviendo. Una roca no lo sentiría. Este despertar del alma da finura por un lado y fuerza para soportar los impactos por el otro.
Y entonces llegamos a otra etapa, que se desarrolla después del despertar del alma, y que es el deseo de libertad. La gente cree que puede alcanzarlo retirándose de los asuntos del mundo. No hay duda que es una tentación (una persona espiritual lo considera una tentación). Un alma despierta ya no considera importante el sueño, y sin embargo dirá: “Cuando me retire seguiré trabajando, porque todavía podré ser útil”. Ese es el pensamiento cuando uno es menos egoísta.
La libertad máxima del alma se gana a través de la concentración, la meditación, la contemplación y la realización. ¿Qué concentración se necesita para la libertad del alma? La concentración en ese objeto que es prescrito por nuestro maestro espiritual, para que, por el pensamiento de ese objeto en particular, podamos ser capaces de olvidarnos de nosotros mismos por un momento. ¿Y entonces qué contemplación es necesaria? La contemplación de que “este, mi limitado yo, ya no es miyo, sino el propio instrumento de Dios, el templo de Dios, el cual está hecho para que el Nombre de Dios sea glorificado”. ¿Qué meditación se requiere? La meditación sobre el pensamiento de Dios, el Ser de Dios, olvidando absolutamente mi yo limitado. Y la realización es esta, que entonces, cualquier voz que nos llegue es la voz de Dios, cada guía es la guía de Dios, cada impulso es un impulso divino, cada acción es hecha por Dios. Es de esta manera que el alma se hace libre, y en la libertad del alma reside el propósito de la vida.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.