Hazrat Inayat : The Inner Life pt IX (Spanish version)

Hazrat Inayat: la vida interior (parte IX) 

Hazrat Inayat Khan discute ahora las leyes morales (aquellas que le otorgan a la humanidad las almas avanzadas y las que ellas mismas siguen). La anterior publicación se encuentra acá. 

A medida que alguien avanza en su vida interior, va sintiendo una libertad de pensamiento, palabras y acción que proviene, por su curso natural, de su viaje espiritual. Y la razón de que llegue esta libertad, así como de dónde proviene, puede explicarse por el hecho de que hay un espíritu de libertad oculto dentro del ser humano, cubierto por convencionalidades externas. Cuando a alguien ya le quedan estrechas estas convencionalidades exteriores, entonces el espíritu de libertad, que hasta el momento estaba encerrado, se hace manifiesto. 

Las leyes otorgadas a la humanidad son dadas por aquellos que se encuentran lejos de esas leyes, los ancianos. Así como para los niños son necesarias ciertas leyes, ciertas reglas, así mismo aquellos que no han evolucionado para ver la vida desde un punto de vista superior se encuentran fijos bajo ciertas leyes que les han sido enseñadas como religión; y estas son tan necesarias para la humanidad como las reglas dadas a los niños en la casa. Si no se dieran reglas, los niños se volverían revoltosos; pero cuando los niños se hacen adultos, comienzan a ver por sí mismos la razón por la que esas reglas se les daban y cómo los beneficiaban; en ese momento, ellos ya pueden por sí mismos hacerse las reglas que más les convengan. 

La vida interior ayuda al alma a crecer; cuando el alma evoluciona de la subordinación a la maestría, entonces ella hace las reglas para sí misma. Es así como, en Oriente, nadie intenta criticar a una persona espiritual; nadie se pone a juzgar su acción ni lo acusa de algo que le parezca incorrecto. Por esta razón dijo Cristo: “no juzgar”. Pero esta enseñanza se da para indicar que “no juzgar” se aplica para el igual; porque a quien es más avanzado nadie lo puede juzgar. Cuando alguien tiene la tendencia a juzgar a alguien más avanzado, la consecuencia es el deterioro del avance espiritual, pues no obstante lo adelantado que pueda estar, los que no han avanzado lo empujan hacia abajo. Así la humanidad, en lugar de ir hacia delante, va en retroceso. ¿Qué sucedió en el caso de Jesucristo? Él fue juzgado. El alma liberada, el alma que fue hecha libre por la naturaleza divina, fue juzgada en la corte del hombre. Los hombres menos avanzados se consideraron a sí mismos suficientemente sabios para juzgar a Cristo, y no solo para juzgarlo, sino también para sentenciarlo. 

En cualquier periodo de civilización que se muestra la tendencia a juzgar al más avanzado, siempre se ha llegado al colapso de esa civilización en su conjunto. Sarmad, un gran santo sufí que vivió en Gwalior, recibió del emperador Aurangzeb la orden de asistir a la mezquita, por estar en contra de las reglas de la época que cualquiera se abstuviera de las oraciones regulares que tenían lugar en la mezquita del Estado. Sarmad, como hombre místico, viviendo cada momento de su día y de su noche en unión con Dios, siendo la consciencia misma de Dios, tal vez lo olvidó o rehusó asistir. Nada eran para él un tiempo determinado de oración o un determinado lugar para orar; cada lugar para él era un lugar de oración; cada tiempo era un tiempo de plegaria; cada respiración suya era un acto de devoción. Al haberse negado a presentarse a las plegarias, fue decapitado por quebrantar las reglas que eran hechas para todos. Como consecuencia, el imperio Mogol entró en decadencia y su ruina puede fecharse desde aquel momento; toda la civilización mogola, única en su época, se despedazó. 

Los Hindúes siempre han conocido esta filosofía, por tener una religión perfecta, una en que un aspecto de Dios es caracterizado como humano y los varios seres divinos (Devas) no son más que varias características de la naturaleza humana, cada una adorada o venerada. De esta manera no solo Dios, sino toda la naturaleza humana en todos sus aspectos es adorada y venerada. Es eso lo que hace perfecta a la religión Hindú. Cuando la gente dice “este lugar es sagrado y este otro no es sagrado; esa cosa particular es santa y todas las restantes no son santas”, de esta manera dividen la vida en muchos pedazos, la vida que es una, la vida que no puede ser dividida. 

Así pues, quienes se elevan por encima de las convenciones ordinarias de la vida en virtud de su desarrollo interior alcanzan otra consciencia. Para ellos las leyes mundanas son leyes para niños. Los que comienzan a ver esta diferencia entre las leyes que se imponen a sí mismos y las que son seguidas por la humanidad, al comienzo condenan y luego ignoran las leyes comunes. Las critican y preguntan “¿para qué todo esto?”. Pero quienes llegan a la completa realización de las leyes interiores muestran respeto incluso por las leyes de los niños; aun sabiendo que estas son leyes para los niños y no para los adultos, sin embargo las respetan, pues saben que no puede ser de otra manera. Las leyes que conocen solo pueden manifestarse para aquel cuya alma se eleva a esa realización; pero antes de que esa alma se eleve tiene que haber alguna ley por medio de la cual se viva en armonía. Entonces, las almas desarrolladas observan tales leyes con respeto y las siguen cuando se encuentran en la comunidad. No las condenan; no las criticarán. Descubren que esa armonía es la principal cosa en la vida y que no podemos ser felices en vida si no podemos armonizar con todos los que nos rodean. Sea cual sea nuestro grado de evolución, sea cual sea nuestra actitud vital, y sea cual sea nuestra libertad, tenemos que atender a las leyes de la mayoría. 

La pregunta ahora es: ¿aquellos que son avanzados espiritualmente tienen alguna concepción especial de la moral? Sin duda que la tienen, y su moral es elevada, mucho más elevada que la que puede concebir el ser humano promedio. No es que al volverse espiritualmente libres de las leyes de la mayoría se vuelvan libres de sus propias leyes. Ellos tienen sus propias leyes que los obligan, y esas son más elevadas y mucho más grandes. No hay duda de que su modo de ver las cosas pueda ser criticado y no sea generalmente comprendido. Pero su ley es más ajustada a la naturaleza; sus leyes están en armonía con el espíritu. Sus leyes tienen su efecto como fenómenos. Y por respetar dos códigos morales que están contrapuestos, la moral de la mayoría y su propia moral, ellos llegan al plano y la condición en que sus manos y pies se encuentran clavados. Este es el sentido simbólico de la crucifixión de Cristo. 

Continuará… 

Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez 

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