Hazrat Inayat : The Inner Life pt V (Spanish version)

Hazrat Inayat: La Vida Interior, parte V 

Hazrat Inayat comienza ahora a hablar de las obligaciones hacia el mundo y sobre la persona promedio de aquellos que recorren el camino interior. La publicación anterior está aquí. 

La posición de la persona que vive la vida interior es como la de un adulto que vive entre muchos niños. Al mismo tiempo, exteriormente no parece haber tanta diferencia como la que se aprecia en las edades de los niños y la persona adulta, la diferencia radica en el tamaño de su perspectiva, que no siempre es evidente. El que vive la vida interior llega a ser mucho más viejo que los que le rodean y, sin embargo, exteriormente es igual que cualquier otra persona. 

Por lo tanto, el hombre que ha llegado a la plenitud de la vida interior adopta una política muy diferente de la del que apenas comienza a transitar ese camino, y también una diferente de la del hombre que conoce intelectualmente algo de la vida interior, pero que no la vive realmente. La acción también es diferente en el mundo, pues este último criticará a los demás que no saben lo que él cree saber, y los mirará con orgullo y presunción, o con desprecio, pensando que no se han elevado al misterio, a la altura, a la que él se ha elevado, y que comprende. Desea desconectarse de la gente, diciendo que están atrasados en su evolución, y que no puede ir con ellos. Dice: “Yo estoy más avanzado; no puedo unirme a ellos en nada; ellos son diferentes, yo soy diferente”. Se ríe de las ideas mezquinas de los que le rodean, y los considera como seres humanos con los que no debe asociarse, con los que no debe unirse en todas las cosas que hacen, porque él está mucho más avanzado que ellos. 

Pero para el que llega a la plenitud de la vida interior, es una gran alegría mezclarse con el prójimo, como lo es para los padres jugar con sus hijos pequeños. Los mejores momentos de su vida son cuando se sienten como un niño con sus hijos y cuando pueden participar en sus juegos. Los padres que son amables y cariñosos, si un niño les trae una taza de muñeca, fingirán que están bebiendo té, y que lo están disfrutando; no dejan que el niño piense que son superiores, o que es algo en lo que no deben participar. Juegan con el niño, y son felices con él, porque la felicidad de los niños es también la suya. Esa es la acción del hombre que vive la vida interior, y es por esta razón que está de acuerdo y armoniza con la gente de todos los grados de evolución, cualesquiera que sean sus ideas, sus pensamientos, su creencia o su fe; en cualquier forma que adoren o muestren su entusiasmo religioso. No dice: “Estoy mucho más avanzado que tú, y unirme a ti sería retroceder”. El que ha avanzado tanto no puede retroceder, pero al unirse a ellos los lleva con él, hacia adelante. Si siguiera solo, consideraría que elude su deber para con el prójimo, que debería cumplir. El cántaro vacío hace ruido cuando se golpea, pero el cántaro lleno de agua no hace ningún ruido; es silencioso, sin palabras. 

Así que los sabios viven entre toda la gente de este mundo, y no son infelices. El que ama a todos no es infeliz. Infeliz es aquel que mira con desprecio al mundo, que odia a los seres humanos y se cree superior a ellos; el que los ama sólo piensa que ellos están pasando por el mismo proceso que él ha pasado. Es desde la oscuridad que tiene que salir a la luz. Es sólo una diferencia de momentos; y él, con gran paciencia, pasa esos momentos mientras sus semejantes están todavía en la oscuridad, sin hacerles saber que están en la oscuridad, sin dejar que se sientan heridos por ello, sin mirarles con desprecio; sólo pensando que para cada alma hay infancia, hay juventud y hay madurez. Así que es natural que todo ser humano pase por este proceso. He visto con mis propios ojos almas que han alcanzado la santidad y que han llegado a una gran perfección; y, sin embargo, un alma así se pondrá delante de un ídolo de piedra con otro, con un semejante, y lo adorará, sin dejarle saber que está en modo alguno más avanzado que otros hombres, manteniéndose en una apariencia humilde, sin hacer ninguna pretensión de que ha ido más lejos en su evolución espiritual. 

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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