Hazrat Inayat : The Inner Life pt VII (Spanish version)

Hazrat Inayat: La vida Interior pt VII 

Hazrat Inayat Khan empieza ahora a describir el reconocimiento de la vida interior, o, en otras palabras, cómo el que ha alcanzado el conocimiento del mundo interior lo vive y se relaciona con el del exterior. La publicación previa está aquí. 

El principio para aquel que experimenta la vida interior es convertirse en todas las cosas para todos los hombres a lo largo de su vida. En toda situación, en cada función el responde a la necesidad del momento. Con frecuencia la gente piensa que la persona espiritual debe ser un hombre de mirada triste, de cara larga, con una expresión seria y con una atmosfera melancólica. Realmente hablando, esa imagen es exactamente contraria a de una persona verdaderamente espiritual. En todas las funciones el que vive la vida interior tiene que actuar externamente como se debe para adaptarse a la ocasión; debe actuar de acuerdo con las circunstancias, y debe hablar a todos en su propio lenguaje, situándose al mismo nivel y sin embargo reconociendo la vida interior. 

Para el conocedor de la verdad, aquel que ha alcanzado el conocimiento espiritual y vive la vida interior, no existe una ocupación en la vida que sea demasiado difícil; como hombre de negocios, como profesional, como rey, como legislador, como pobre, como hombre del mundo, como sacerdote o como monje, en todos los aspecto es diferente a lo que la gente sabe y ve en él. Para el que vive la vida interior el mundo es un escenario; en éste él es el actor que debe interpretar una parte en la que tiene que aparecer a veces enfadado y a veces amoroso, y dónde tiene que hacer parte tanto de la tragedia como de la comedia. Así también, aquel que ha reconocido la vida interior actúa constantemente; y como el actor que no siente las emociones que expresa, el hombre espiritual debe llenar adecuadamente el lugar en el que la vida lo coloque. Allí realiza cada cosa minuciosa y correctamente para cumplir con su deber externo en la vida. Es amigo de sus amigos y pariente de sus parientes. Con todo con lo que se lo relaciona externamente mantiene la relación correcta con reflexión, con consideración y sin embargo en su realización está por encima de todas las relaciones. Está en la multitud y en la soledad al mismo tiempo. Puede estarse divirtiendo mucho y al mismo tiempo es muy serio. Puede parecer muy triste y sin embargo hay alegría brotando de su corazón. 

Por consiguiente, el que ha adquirido consciencia la vida interior es un misterio para todos; nadie puede sondear la profundidad de esa persona, excepto que promete con sinceridad, emana amor, transmite confianza, despliega bondad y da una impresión de Dios y de la verdad. Para el hombre que ha reconocido la vida interior, todo acto es su meditación; si está caminando en la calle es su meditación; si está trabajando como carpintero, como orfebre o en cualquier otra actividad comercial o negocio, esa es su meditación. No importa si está mirando al cielo o a la tierra, está mirando el objeto de su adoración. Este u oeste o norte o sur hacia todos los lados está su Dios. Nada lo restringe en forma ni en principio, puede saber cosas y sin embargo no hablar, puesto que, si el hombre que vive la vida interior hablara de sus experiencias, confundiría a muchas mentes. 

Hay individuos en el mundo que de la mañana a la tarde tienen sus ojos y sus oídos enfocados en todos los rincones oscuros, queriendo escuchar o ver qué pueden descubrir, y no descubren nada. Si alguien fuera a decir los milagros de esa gente, tendría una muy buena ocupación, el mundo entero lo buscaría. Pero ese no es el trabajo del hombre auto consciente. Ve y sin embargo no mira; ¡si mirara cuánto vería! Hay tanto para ser visto por aquel que, con cada mirada, donde quiera que la lance, rompe cada objeto y descubre su profundidad y su secreto.   Y si se pusiera a mirar cosas y descubrir sus secretos y profundidad, ¿dónde terminaría? ¿Y qué interés tendría para él? 

La vida interior, entonces, es ver todas las cosas y sin embargo no verlas; sentir todas las cosas y no expresarlas, pues no pueden ser expresadas completamente; entender todas las cosas y no explicarlas. ¿Qué tan lejos puede un hombre así explicar y qué tanto puede otro entender? Cada uno de acuerdo con la capacidad que tiene y no más. La vida interior no se vive cerrando los ojos; no necesitamos cerrar los ojos a este mundo para vivir en ella, justamente podemos también abrirlos. 

Continuará… 

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel 

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