Hazrat Inayat : La vida interior pt XVII
Hazrat Inayat Khan continúa con su descripción del alma que ha conservado una fuerte impresión de los reinos de los ángeles y los djinn*, una impresión que, cuando madura, permite un gran servicio al mundo. La publicación anterior está aquí.
La característica del ciervo, tal y como la describen los poetas de la India, es que cuando tiene sed corre por los bosques en busca de agua, y se alegra mucho al oír el sonido del trueno y corre con ganas de beber. Pero a veces sólo hay truenos y no llueve después, o si llueve quizá sólo sea un chaparrón y no lo suficiente para beber, y el ciervo sigue teniendo sed. Y así es la sed de un alma fina en este mundo. El alma del hombre espiritualmente inclinado está constantemente sedienta, buscando algo, buscando algo; y cuando cree que lo ha encontrado, la cosa resulta ser diferente; y así la vida se convierte en una continua lucha y decepción. Y el resultado es que, en lugar de interesarse por todas las cosas, se produce una especie de indiferencia; y, sin embargo, en el carácter real de esta alma no hay indiferencia, sólo hay amor.
Aunque la vida parece hacer indiferente a esta alma, en realidad no puede volverse indiferente. Es este estado, trabajando a través de esta vida, el que da al hombre un cierto sentimiento, al que sólo se puede aplicar una palabra hindú, ya que ningún otro idioma tiene una palabra que pueda dar este significado particular tan adecuadamente. Los hindúes lo llaman vairagya, de donde procede el término Vairagi. Vairagi significa una persona que se ha vuelto indiferente; y sin embargo, indiferencia no es la palabra para ello. Describe a una persona que ha perdido el valor a sus ojos de todo lo que atrae al ser humano. Ya no le resulta atractivo; ya no le esclaviza. Puede seguir interesado en todas las cosas de esta vida, pero no está atado a ellas. El primer sentimiento del Vairagi es apartarse de todo. Muestra la naturaleza del ciervo, que huye ante el aleteo de una hoja; porque se vuelve sensible y se convence de los resultados decepcionantes que provienen de la limitación y el carácter cambiante de la vida en el mundo. Herido por dentro, se vuelve sensible, y lo primero que se le ocurre es volar, esconderse en algún lugar, ir a una cueva en las montañas, o al bosque donde no encontrará a nadie. Ningún asunto de este mundo, ninguna relación, ninguna amistad, ninguna riqueza, ningún rango, posición o comodidad, nada lo retiene. Y, sin embargo, eso no significa que le falte lo que se llama amor o bondad, porque si alguna vez vive en este mundo es sólo por amor. No está interesado en el mundo y es sólo el amor lo que lo mantiene aquí, el amor que no se expresa más en la forma de apego, sino sólo en la forma de bondad, perdón, generosidad, servicio, consideración, simpatía, ayuda, en cualquier forma que pueda; nunca esperando un retorno del mundo, pero siempre haciendo todo lo que puede, compadeciéndose de las condiciones, conociendo las limitaciones de la vida y su continuo cambio.
Cuando este Vairagi se ha desarrolla más, entonces se vuelve como una serpiente, llega a ser sabio como una serpiente; busca la soledad como la serpiente busca tambien la soledad. La serpiente nunca está interesada en moverse entre la multitud; siempre tiene su casa donde se esconde. Sólo sale cuando tiene hambre o sed; y una vez que ha tomado su comida no tiene hambre ni sed de más, como hacen los perros y los gatos puedes, darles comida una y otra vez, y seguirán queriendo más. Cuando la serpiente se alimenta una vez, se mete en su agujero y se queda allí hasta que quiere comer de nuevo; ha perdido toda voracidad.
Y así es con el alma del Vairagi; sólo quiere vivir en este mundo por el bien de los demás, no por sí mismo. Su relación con las personas del mundo es para servirlas, no para pedir su servicio; para amarlas, no para pedir su amor; para ser su amigo, no para pedir su amistad. Nunca se deja engañar por segunda vez; una vez decepcionado es suficiente. Una vez que el Vairagi se ha dado cuenta de la falsedad de la vida ordinaria, nunca se deja engañar de nuevo. Ve el mundo con el ojo de la experiencia y dice: “No espero nada de ti; si vengo a ti es para darte, no para quitarte. Lo hago todo por ti, pero no estaré atado a ti”. Esa es la consigna del Vairagi.
Cuando el Vairagi está aún más desarrollado en este sentimiento de vairagya, entonces se convierte en un león. Ya no es la serpiente que busca la soledad, aunque todavía la ama; ya no es el ciervo que huye de la multitud. Es el león, que se levanta y se enfrenta a todas las dificultades. Ya no es sensible, sino que con toda la fuerza y el poder, con todo el equilibrio, con la paciencia, aguanta, y con un espíritu valiente se mantiene en la multitud en el mundo. ¿Para qué? Para soportar todas las cosas que se le presentan; para resistir todas las influencias perturbadoras que el mundo ofrece a una persona sensible; para mirar a los ojos de todos, siendo valiente de espíritu y fortalecido en la verdad y claro de conciencia.
Es de esta manera como el alma de león del Deva, el hombre-ángel, viene al rescate de la humanidad. Lo que se llama Maestro o Santo o Profeta o Sabio es este Vairagi desarrollado. Es como el fruto que ha madurado en el árbol, ayudado por el sol. Así, esta alma madurada por la experiencia de la vida y que no se ha dejado descomponer por esa experiencia, sino que ha sostenido la verdad con equilibrio, con esperanza y paciencia, dirigida por el amor a la humanidad y el deseo de servir a Dios, sin ningún deseo de aprecio o retorno desde abajo o desde arriba, es esta alma del Deva la que lleva el Mensaje divino, siempre que el Mensaje llega, a una comunidad, a una nación o al mundo.
Continuará…
*ndt: Reino de los genios
Traducido al español por
Arifa Margarita Rosa Jáuregui