Hazrat Inayat: El Viaje hacia la Meta Parte I
Aquí iniciamos largo y muy sutil texto de Hazrat Inayat Khan acerca del despertar a la perfección, el cual a menudo se describe como un viaje hacia la meta, un viaje de la limitación a lo ilimitado. Nuestros conceptos de tiempo y espacio no aplican en este viaje, sin embargo, y en una aparente paradoja, el Todo está en la gota, así como también en el océano. El texto será completado con entregas posteriores.
El Viaje hacia la Meta
El hombre tiene la tendencia a esperar en su viaje espiritual experiencias parecidas a las de la tierra. Si las tuviese, sólo entonces creería que está viajando. Pero en este viaje hay a cada paso menos que ver, hasta que llega al estado más alto donde nada hay frente a su mirada – esto es, ni delante de sus ojos, la mente, el corazón, ni delante del alma. A pesar de que la facultad de ver está ahí, no hay un objeto que pueda ser visto. Únicamente hay consciencia, la inteligencia pura, en su propia esencia.
“Viaje” le hace a uno pensar en un viaje en el tiempo y el espacio como los viajes de nuestra vida cotidiana. Este no es un viaje ni en el tiempo ni en el espacio, y sin embargo en tiempo y espacio. Si vamos a Brighton, toma muchas horas. Si vamos a París toma muchas más. Si hacemos un viaje a la India toma mucho tiempo. Pero este viaje no puede ser medido en el tiempo de cada día. Puede tomar mucho más tiempo, puede hacerse en un segundo. Si una persona se sienta aquí y cierra sus ojos, puede viajar en pensamiento mil millas. Sin embargo, no se ha movido. Esto nos muestra que este viaje no tiene nada que ver con el espacio.
Medimos el tiempo por nosotros mismos. Porque estamos limitados dentro de cien años, contamos cien años, y mil años, y no podemos contar mucho más con facilidad. No podemos contar los grandes ciclos. Cuando estamos tristes o afligidos, el tiempo pasa tan lentamente. Un momento parece una hora, y una hora parece todo un año y cuando estamos felices o dichosos, los días pasan tan rápido que diez años se van y no sabemos dónde están. Esto nos muestra de que no hay tiempo. El viaje puede tomar muchos, muchos años y sin embargo no haber sido un largo tiempo, porque no sentimos que fue largo.
Todo el espacio que medimos es desde aquí hasta allá, tantas yardas, tantas millas. Hay otro espacio, dentro del cual está contenido el espacio. La naturaleza de este espacio interior o más elevado es que su más mínima chispa puede contener todo el sol, la luna y los planetas: el espacio hacia arriba y hacia adentro, los planos. Este espacio se ha producido de ello. Los planos más altos se han convertido ellos mismos de vibraciones en espacio.
Si dejo caer cualquier objeto, caerá hacia abajo. Si riego agua de una jarra, caerá hacia abajo. La llama va hacia arriba, y el humo va hacia arriba. Si tienes una chimenea, verás que la llama deja atrás cualquier sustancia terrena que tiene para que la tierra la tome, y cuando el humo se ha purificado lo suficiente de la tierra, va hacia arriba como el éter, tan puro como el espíritu. Esto nos muestra que los elementos más bajos bajan y los elementos más altos van hacia arriba. Los planos más elevados están arriba, en lo alto. A Cristo siempre se le representa con su dedo apuntando hacia arriba. Algunos han dicho, “¿entonces, el paraíso está arriba en el cielo?”. La vida más elevada, a la que Cristo apunta, está en lo alto. Cuando te sientes triste o afligido, te sientes pesado y atraído hacia la tierra; entonces te sientes deprimido. Cuando sientes una dicha, te sientes ligero – ¿Qué tristeza hay en la iluminación? Es por esto que los Parsis han adorado al fuego, al sol, como el elemento más puro, el símbolo de Dios. Fue adorado hasta que se llegó a decir “No adores al sol, al símbolo; adora al hombre, en quien esta Dios mismo”. Pero en lugar de adorar a hombres como si mismos, los hombres adoraron los elementos, menos que ellos mismos, porque ahí no estaban los celos del hombre.
¿Cómo pueden estos planos, que son más grandes, ser contenidos en el espacio, que es menor? Nuestros ojos nos enseñan una gran lección. Estos ojos, de menos de una pulgada de ancho, pueden contener no solo todos los países y mares, sino también al universo, al sol, a las estrellas. El hombre que es tan pequeño en un aspecto, y tan limitado en otro, es tan grande que él mismo es el todo.
De una forma somos tan pobres; lo pobre es pequeño, más pequeño que un árbol, más pequeño incluso que los grandes animales, que un elefante, un camello, un caballo, tan pobre en tantas formas, una gota de agua en el mar, algo que no cuenta, y, en otra, tan vastos que nosotros mismos somos el todo.
Hay un poema de mi Murshid donde él dice:
Yo, el pobre, tengo tal fuerza,
Que si los ojos tuviesen ojos;
No podrían ver la rapidez de mis pisadas,
Si los ojos tuvieran su más alto poder,
No podrían ver la rapidez de mis pasos.
Esta es la fuerza del fuerte.
Khwaja Nizamuddin Chishti dice: “El bote en el mar, y el mar en el bote – oh, que divertido, que el mar esté en el bote”. El expresa esta filosofía, que el hombre, el bote, está sostenido por el todo, el mar, y el todo, el agua, está sostenida por el hombre, el bote.
Traducido por Baasit Patricio Carrillo