Hazrat Inayat: Maestros de nuestro Destino Pt II
En la primera publicación de esta serie, Hazrat Inayat Khan da el ejemplo de dos pintores, el que solo sigue el diseño inicial de la pintura y otro que permite que la pintura evolucione durante el transcurso de la creación.
Vemos lo mismo con un compositor musical. Compone una cierta melodía en su mente; reflexiona sobre ésta y desea ponerla en el papel. Pero cuando interpreta su composición en el piano, la música le sugiere mejoras. Interpreta la misma idea musical que tuvo al principio, pero puede perfeccionarla y completarla cuando la ha escuchado con sus propios oídos.
Esa es una imagen de nuestra vida. Hay un hombre que es conducido por la mano del destino, no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va. Está situado en una cierta condición en la vida. Está atareado con algo, ocupado con algo, y no puede ver otra manera de progresar. Tal vez desea algo muy diferente, tal vez tenga dificultades en poner su mente en lo que está haciendo, pero sigue pensando que debe seguir. Este es el hombre que aun no ha entendido el significado de este secreto. Pero hay otro hombre que aun después de cien fracasos está convencido que tendrá éxito en el próximo intento. Ese hombre es el maestro de su éxito.
Hay dos partes en el hombre. Una parte es su ser externo, que el alma ha tomado prestado de la tierra; y la otra parte es su ser real, que pertenece a su fuente. En otras palabras, un individuo es la combinación de espíritu y materia. Una corriente que corre de arriba y atrae hacia sí la tierra de abajo, dándole forma para hacer un vehículo. El cuerpo humano no es otra cosa que el vehículo del alma que ha venido de arriba y ha tomado el cuerpo humano como su morada. Entonces un individuo tiene dos aspectos del ser: uno es el alma, el otro es el cuerpo. Es el encuentro del alma y el cuerpo lo que hace la mente; y estos tres en conjunto forman un individuo.
La parte externa de un individuo puede ser comparada a la forma exterior de un globo, mientras que la mente toma el lugar de la maquinaria interna mas fina. Esa es la parte mecánica del ser. Ahí queda el alma, que es la herencia divina, una corriente espiritual disparada desde ese Espíritu que es la fuente de todas las cosas. Por consiguiente, el alma tiene en ella una potencialidad, un poder creativo como herencia divina. De un lado el hombre es limitado e imperfecto, de otro lado representa lo ilimitado y perfecto. Es por eso que Cristo dijo, “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Quiere decir: no solo heredamos de nuestros padres terrenales, sino que también heredamos ese poder creativo, que nos hace la vida del Padre que está en los cielos.
El alma nace con un mecanismo que llamamos mente y cuerpo. Desde la infancia el alma se encuentra a sí misma limitada en cautiverio. Toda la tragedia de la vida viene de la limitación. Si le preguntas a cien personas cuál es la dificultad de su vida, cada uno nombrara un conflicto diferente que se encuentra enfrentando en ese momento. Pero en realidad será la limitación de la vida la que ha causado las tragedias en cualquier forma. El hombre crece limitado, y esa limitación le sugiere a cada paso que es imperfecto, discapacitado, débil, prisionero, incapaz, Y es por esta constante sugerencia de imperfección que empieza a decir “No puedo soportarlo, no puedo más, no lo aguanto, no puedo olvidarlo, no puedo perdonar”. El hombre comienza a pensar todas estas cosas porque es imperfecto, debido a todas las sugerencias continuas que surgen en la vida y lo convencen de que es limitado. Naturalmente, por lo tanto, mientras el hombre avanza, sea que es exitoso o fracasa, sea que esta mas o menos calificado, cualquiera sea su condición, su mente mantiene la idea de que su poder e inspiración, su conocimiento y capacidades son limitadas. No puede entender nada más que eso, y permanece totalmente inconsciente de la chispa que continuamente brilla en su corazón y que puede ser llamada su herencia divina.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel
Pregunta de un Murid: La primera publicación y ésta son muy útiles para enfrentar el conflicto que a veces siento entre lo que pensaba que estaba haciendo, y lo que está sucediendo. Me pregunto cuánto tiempo debo buscar la “maestría” de la meta inicial. Agradezco que las dos partes de los humanos se expandan de esta manera, y quedo a la espera de la próxima publicación.
Respuesta del Murshid Nawab: Tal vez una lección para nosotros sería que, de la misma manera que nos aconsejan buscar la causa detrás de la causa, también deberíamos mirar la meta detrás de la meta. A veces las metas inmediatas se vuelven irrelevantes ante circunstancias cambiantes, pero el objetivo más grande de largo plazo permanece.