Hazrat Inayat : Los Maestros de Nuestro Destino pt IX
Mientras Hazrat Inayat Khan concluye su enseñanza sobre este tema, resume la visión sufi de la reencarnación, y muestra cómo el libre albedrío es de hecho una expresión de la Voluntad Divina. La publicación anterior de la serie está aquí.
Parece haber una gran diferencia entre las ideas del budismo y las del cristianismo sobre la reencarnación. La razón es que el mensaje de Jesucristo fue dado a los hijos de Beni Israel, a aquellos preparados para entender a Dios como el Rey, como el Señor del Día del Juicio, como Aquel que es toda justicia y todo poder, mientras que el mensaje que dio Buda fue para el pueblo de la India, que era más metafísico y científico. La gente sencilla de la India tenía sus dioses y diosas, y estaban satisfechos con su religión, pero la clase intelectual no estaba satisfecha sólo con los dioses y diosas y con una religión de devoción. Eran científicos y lógicos. Tenían sus propias filosofías. Por lo tanto, la misión de Buda era dar al pueblo de la India una comprensión más allá de lo que la devoción religiosa puede enseñar. Por eso no dio la sabiduría esencial en forma de religión, sino en forma de filosofía. La creencia común era la reencarnación. Y era mucho más fácil para el Maestro no atacar esa creencia en particular, sino construir sobre esa creencia una estructura maravillosa.
Algunos budistas de hoy, con gran comprensión, se preguntan por qué Buda dio esta teoría, y por qué no dio una razón para ello. Una vez, en San Francisco, vino a verme un budista. Era un conocido predicador del budismo en Japón. Había otro hombre presente que había leído muchos libros budistas. Yo esperaba ansiosamente oír lo que este sacerdote budista tenía que decir, pero él no creyó necesario decir nada. Para hacerle hablar, le dije que me gustaría mucho conocer la enseñanza budista sobre la reencarnación. Pero el otro hombre, el que había leído muchos libros, dijo: ‘La reencarnación es la idea principal de la religión budista. Que uno nace una y otra vez. Y eso es lo que constituye el Karma’. Pero yo estaba ansioso por oír algo del sacerdote. Cuando el otro terminó su explicación, le pregunté al predicador budista si eso era cierto. Y en su sencilla manera de hablar, dijo: ‘Lo que este caballero ha dicho es su creencia’. No dijo nada más.
Si uno se pregunta si existe la reencarnación, la respuesta es sí y no. ¿Por qué? Porque en ambas respuestas hay sentido, y ambas respuestas son verdaderas. Cuando se considera la vida como una sola, no se considera a las personas como entidades separadas. Entonces no puedes decir que esta persona se ha reencarnado en otra. Es el Uno el que lo es todo, y no existe tal cosa como cada uno. O miras la vida de esa manera o miras la vida viendo a cada persona como una entidad separada. Naturalmente, como todo tiene que seguir siendo algo, debe seguir existiendo después de ser destruido, debe existir en alguna forma. Luego la destrucción o la muerte es sólo un cambio. Algo no puede ser nada. Si no es nada a nuestros ojos, es porque no lo vemos. Todo debe existir de una forma u otra. Así, la teoría de la reencarnación enseña que no hay nada que no será nada, que todo será algo, debe ser algo.
La otra concepción es ésta: si la fuente es una, la meta es una, entonces todo lo que vemos son fenómenos mientras no miremos profundamente. Cuando miremos profundamente, ya no distinguiremos entidades separadas. Entonces veremos una vida, un Ser. Y entonces no hay razón para pensar en la reencarnación. El pensamiento de Buda era igual a la enseñanza de Jesucristo, sólo que dada a los hindúes en otra forma. La religión del Maestro era la misma, se llamase Buda o Cristo. Cuanto más reflexionemos sobre este tema, más nos daremos cuenta de que el hombre recibe una preparación antes de nacer en la Tierra; y es esa preparación la que le hace capaz de vivir la vida en la Tierra.
¿Qué es esta vida terrena? ¿Es una vida diseñada y determinada, o existe el libre albedrío? Muy a menudo la gente no entiende el significado del término libre albedrío, y especialmente aquellos que más afirman tener libre albedrío son los que menos lo tienen. Son muy conscientes de su libre albedrío y, sin embargo, no saben de dónde procede. Cuando tienen una inclinación a reír o a llorar, a sentarse o a moverse, creen que es porque quieren hacerlo. Pero no saben de dónde viene ese pensamiento.
¿No sentimos todos los días en algún momento una opresión, aparentemente sin razón, o un sentimiento de hilaridad o de desesperación, o un deseo de acción y otras veces un sentimiento de letargo? Pensamos que cualquier cosa que venga a la mente de uno es libre albedrío, pero el libre albedrío es muy diferente de eso. Cada uno de nosotros tiene su libre albedrío. Y ese libre albedrío nos da el poder de trabajar hasta cierto punto dentro de la actividad del todo, pero ambas, tanto lo que decidimos como lo que crean las condiciones pueden resumirse en la Voluntad de Dios. Tenemos nuestra parte individual que desempeñar; y debemos hacer lo que consideramos correcto.
¿Cómo puede haber libre albedrío, cabría preguntarse, si todo es Dios? La fuerza del agua es diferente de la fuerza del fuego; la fuerza del fuego es diferente de la fuerza de la tierra. Así la acción de cada individuo es diferente, aunque en el alma de cada uno esté Dios. Según las condiciones y la educación, los temperamentos difieren, sin embargo, Dios está en todos.
Hay muchas cosas que uno tiene que superar antes de emprender el viaje hacia la realización superior, pero a cada paso que uno da hacia la realización de la verdad se sentirá más seguro de sí mismo. Y cuanto más uno supere todas las dudas y más crezca su confianza en sí mismo, mayor será su voluntad; y cuanto más cerca de la verdad uno llegue, más luz verá. ¿Y cuál es esa luz? Es la luz de la autorrealización.
Traducido por Inam Anda