Hazrat Inayat: El nombre del mensaje Pt III
Continuamos con la conferencia de Hazrat Inayat Khan sobre las formas y los métodos necesarios para difundir el Mensaje divino. La publicación anterior puede consultarse aquí. Para una mayor claridad, los últimos dos párrafos de la segunda parte se vuelven a publicar a continuación.
Y ahora que llegamos a la pregunta de qué actitud debemos tener hacia los demás, nuestra actitud hacia aquellos que simpatizan con nosotros debe ser de aprecio, pero también debemos tratar de hacer que los extraños sean nuestros amigos y nunca convertir a los amigos en extraños. Debemos valorar la amistad, y una vez que hacemos un amigo, siempre debemos tratar de continuar con la amistad. Este es el secreto de la espiritualidad.
No necesitamos presionar a otros a que compartan nuestra fe o nuestras creencias, sino que debemos prepararlos para que aprecien otra perspectiva. Aunque lo hayamos logrado en diez años, incluso si en diez años una persona mira el Mensaje desde nuestro punto de vista, es algo logrado. Pero al tratar de imponer, enemistamos. ¿Creerías que en mi experiencia de trabajo por la causa descubrí que muchos de los que trabajan con entusiasmo y sinceridad, dando su pensamiento y tiempo a la causa, son propensos a antagonizar con otros, a pesar de todas sus buenas intenciones de acercarlos al Mensaje? Y así, en lugar de hacer el bien, se está haciendo mucho daño.
También, hay muchos que, sin conocer la psicología humana, dirán una palabra de alabanza por la causa o por el Murshid, algo acerca de la grandeza del Mensaje o sobre un delicado principio de la filosofía Sufi, de esa manera enemistando a una persona que no es capaz de entenderlo inmediatamente. Por eso, es tan esencial para nosotros que hacemos en este momento el trabajo de pioneros, el ser cuidadosos y no echarlos a perder para siempre, y no enemistarlos de ninguna manera, sino esperar con paciencia. He visto una persona que vino a mi diez años después de haberme escuchado una sola vez, porque se había marchado sin haberse enemistado. Pero si generan enemistad en una persona, esta persona se pierde para siempre, para nosotros y también para el Mensaje—y para sí misma. Esa es la mayor lástima, no que no se convierta en miembro de nuestra sociedad. Después de todo, ¡qué es eso!
Además, a nuestros parientes y aquellos cercanos y queridos a nosotros, a quienes tanto quisiéramos hacer parte de nuestros intereses—dejémoslos en paz. Tratar de que se interesen podría enemistarlos. Una vez que una persona es antagonizada, se pierde para siempre, pero si van despacio llegará el día en que aprecien lo que decimos, y es nuestra propia convicción lo que los hará valorarlo más que cualquier otra cosa en el mundo. Y aquellos que quieran marcharse, dejen que se marchen con sonrisas de manera que, si nos saludan hoy, mañana vendrán.
Un día me divertí mucho. Un miembro que solía ir de una sociedad a otra llegó al Movimiento Sufi después de la Sociedad Teosófica. Esta era una dama de influencia en Holanda y, por lo tanto, que dejara la Sociedad Teosófica fue muy decepcionante para muchos de sus miembros. También era un punto sensible en su corazón porque, después de llegar al Movimiento Sufi mantenía una gran simpatía por la Sociedad Teosófica. En una ocasión la Sra. Besant* visitó la Haya y con la conciencia culpable ella fue a visitar a la Sra. Besant. Le dijo, “Me apena haber tenido que irme, pero como entenderá, estaba destinada al discipulado y fui con Inayat Khan.” Y la Sra. Besant dijo, “Anda. Muchos como tu han llegado y se han ido de nuestra sociedad; tu partida no es una pérdida para nosotros.” Y podrían creerlo, desde ese día se extinguió la poca simpatía que tenía por la Sociedad Teosófica y el remordimiento en su conciencia de haber abandonado la Sociedad Teosófica fue eliminado por Annie Besant. Vino a mi sonriente y dijo, “Me hace muy feliz que ella me haya hablado de esta manera.” Pueden ver la psicología de esto. Si la Sra. Besant se hubiera controlado más, la otra hubiera mantenido su simpatía por la Sociedad Teosófica, pues tenía por esta una debilidad en su corazón; pero esa sola respuesta cruda la enemistó por el resto de su vida. Nunca volvió a mirar a la Sociedad Teosófica. ¡Imagínense!
Esto no tiene nada que ver con las enseñanzas, solo con la actitud del trabajador, con la manera en la que actúa frente a una persona. En nuestra vida diaria una consideración psicológica es de vital importancia en el trabajo espiritual. Se sorprenderían si les contara mis experiencias espirituales; todos los días, no terminan. Y, ¡qué experiencias tan entretenidas! Algunos me dicen, “No quiero una consideración por ningún maestro; sólo quiero estudiar las enseñanzas.” Otro viene y dice, “Eres tú la Orden o el Movimiento Sufi; si no fueras el maestro, no hubiera pensado en unirme. Me hubiera opuesto; eres sólo tú.” Y una tercera persona viene y dice, “Murshid, si fueras tú el que me enseñaras, aprendería de ti toda mi vida, pero no puedo soportar a los otros miembros.” Y un cuarto dice, “Sí, creo en todo lo que enseñas, pero no quiero ser un Sufi.” Le digo a esta persona, “Entonces no quieres ser sabia, ¡porque Sufi significa sabio!”
Otro dice, “Estoy muy interesado en aprender a recorrer el camino espiritual, solo que no quiero estar atado a ninguna disciplina.” Y otro dice, “no quiero unirme a una sociedad.” ¡Pero aceptan la membrecía a una nación! No pueden existir sin una nación, sin ser ciudadanos, y no quieren tener el privilegio de una comunidad. Quieren tener el mayor privilegio en la vida que es la sabiduría, y no pueden unirse a un grupo. ¡Imagínense!
Otro dice, “Mushid, no puedo hacer una práctica mecánica como repetir una palabra; me aburre.” Una persona que va a un productor de voz [i.e. un profesor de producción de voz: ed.], hace tales caras con la boca abierta para mejorar su voz; para desarrollar su voz hace toda clase de muecas. Pero cuando se trata de la cosa más grande, importante y valiosa, no puede sentarse y repetir algo cien veces; dice, “¡me agito!”
No se unirán, no aceptarán la disciplina, no respetarán al maestro, no tendrán consideración por otros miembros, no estudiarán ni harán prácticas—¡pero quieren ser espirituales! ¿Acaso no encuentro estos ejemplos todos los días? Y ¡cuántos!, no pueden imaginarlo. Y sin embargo, al mismo tiempo los acepto a todos. A uno por su dedo, a uno por su muñeca, a uno por su mano, a uno por su pierna; de una forma u otra están adentro. Y después de un tiempo comprenden.
Por eso mis murids, nuestras dificultades son muchas. Es un trabajo de pioneros y muy difícil de llevar a cabo, especialmente en este momento en que estamos comenzando. Lo único que nos fortalece es nuestra fe en la verdad del Mensaje, que nos ayudará a lo largo de la vida. Mientras más unamos nuestras manos, mientras más sentimos la verdad de la causa, más capaces seremos de hacer nuestra tarea.
Continuará…
*Annie Besant (1847 – 1933 CE) fue una escritora y activista británica que, en 1907, se convirtió en Presidenta de la Sociedad Teosófica fundada en los Estados Unidos por Mme. Blavatsky.
Traducido por Darafshan Daniela Anda