Hazrat Inayat: el camino de la meditación pt. II
En la primera entrega de esta serie, Hazrat Inayat Khan habla de la diferencia entre un pensamiento desorientado, o imaginación, y un pensamiento controlado, que puede llevar a la concentración, el primer paso necesario hacia la meditación.
Otro aspecto de este asunto es que la imaginación también ayuda a la concentración. Tan pronto como una persona se ha imaginado el agua fluyendo, también imagina las rocas de la orilla y el bello paisaje primaveral que lo rodea. De esto aprendemos que la concentración no solo es algo que practica el místico o el filósofo, sino cualquiera (en los negocios, en su arte, en la industria) practica en cierta medida la concentración. Además, la concentración es lo que hace de alguien un genio, es la que trae el éxito, la concentración es el misterio del logro de cualquier cosa.
Y si avanzamos un más por el mismo camino, encontraremos la contemplación, que significa la retención del mismo pensamiento o de la misma imagen mental. La distinción entre concentración y contemplación es que la primera es la composición de una forma, mientras que la segunda es la retención de esa impresión, de esa forma. Es difícil explicar hasta qué punto actúa el poder de la contemplación; quienes están familiarizados con el funcionamiento de la contemplación, solo pueden llamar “fenómeno” a sus resultados. La razón de esto es que la mente es creativa porque el espíritu divino es creativo; como el espíritu divino es creativo, entonces la mente hereda, como su divino legado, la facultad de crear. Nadie, por muy material que sea, negará el hecho de que toda belleza y arte es un fenómeno de la mente, cualquiera que sea el ámbito en que se manifieste, a través de la ciencia o de la industria. Todo lo maravilloso que ha sido hecho en el mundo a modo de invenciones, de arquitectura o arte, ha llegado como un fenómeno de la mente. Pero solo son el fenómeno de una mente activa, y uno no alcanza a reconocer cuán grandes son los fenómenos cuando son producidos por una mente controlada, controlada mediante la concentración y la contemplación.
Cuando avanzamos todavía más, llegamos al aspecto que llamamos meditación, una experiencia que se alcanza gracias a un control perfecto de la mente y elevándose por encima de la actividad mental, una experiencia por la cual el lado interior de la vida comienza a revelarse. Si, por ejemplo, le pides a una persona “háblame sobre tu ser, qué sabes al respecto”, ella te dirá “tengo un cuerpo físico compuesto por cinco sentidos, sujeto a sensaciones, placer, dolor, deterioro y enfermedad. Y si tengo algo más, tal vez en algún lugar de mi cerebro tengo la facultad de pensar. Tal vez, como muchos científicos dicen, esta es una impresión en mi cerebro de todas las cosas que yo he visto; y esto es lo que conozco como mi mente. Si hay algo más que sé sobre mí, es un sentimiento que podría llamar amor o simpatía, pero no sé dónde se encuentra; quizá es una sensación como las otras sensaciones que percibo. Además de esto, no sé nada sobre mí, excepto los asuntos a los que debo atender en mi vida diaria”. Esto refleja que la mayoría de gente, y una gran mayoría, sabe poco sobre sí misma. Lo que saben sobre sí mismos es esa parte limitada, que no puede ni compararse con la parte que se encuentra en el interior.
¿Esta parte, la más grande y de mayor importancia, no debería explorarse? ¿No es una gran negligencia de alguien que, como un sonámbulo, continúe día tras día, sin dar un solo pensamiento a esa parte de su ser, mucho más importante que la parte que conoce? A pesar de toda la riqueza que uno pueda reunir, y a pesar de todo el éxito, el rango y la posición que pueda alcanzar, uno ha perdido mucho si pierde la vida sin encontrar esa parte de sí mismo, la más alta y grandiosa que puede calificarse como sagrada o como la herencia del Ser divino. Esta es el ser interior y puede explorarse por el camino de la meditación. Una vez descubierta esta parte de uno, adviene la realización en forma de luz, y esta luz se vuelve como la lámpara de Aladino: fue hallada con gran dificultad, pero cuando se dirigió sobre la vida, hizo que la vida misma se revelara.
Continuará…
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez