Hazrat Inayat : The Path to God pt. II (Spanish version)

Hazrat Inayat: el camino hacia Dios (pt. II)

En la primera parte de esta serie, Hazrat Inayat Khan dijo que hay cuatro pasos en el camino, el
primero de los cuales era construir a Dios; sea con madera, piedra o pensamiento, en cualquier
caso se trata de dar forma a nuestro ideal. Ahora él habla de los pasos siguientes.

Y cuando él ha pasado por esta etapa, entonces viene otro estadio, el de volverse amante de
Dios. En esta etapa él comienza a ver a Dios como su amado, y solo entonces empieza a
aprender el modo del verdadero amor, pues el amor comienza en el ser humano y culmina en
Dios, el ideal y objeto perfecto de amor. Un poeta indostaní dice que el primer paso en el
camino del amor le enseña a una persona a decir “no soy yo”. Mientras piense “yo soy”, estará
muy alejado del camino del amor; su declaración de amor es falsa. Naturalmente, tal como un
amante se resigna a la voluntad de su amado, para sufrir o pasar por cualquier prueba,
asimismo el sufí en esta etapa toma todas las cosas de la vida tal como llegan, con coraje y
valentía, poniéndose frente a todas las dificultades y circunstancias, advirtiendo que todas
ellas vienen del amado Dios. Es así como se aprenden la satisfacción y la resignación, es así
como se practica una voluntaria rendición en el amor, y como el amor, que es una cualidad
divina, eleva naturalmente al hombre a un nivel más elevado.

Alguien podría decir, “¿Cómo puede uno amar a Dios, a quien uno no conoce ni ve?”. Pero
quien dice esto pretende dar el segundo paso en lugar del primero. Primero tiene que hacer
realidad a Dios, y entonces Dios hará de él la verdad. ¡Este estadio es tan bello! Hace a la
personalidad tan amable y gentil, le da tal paciencia al devoto de Dios, y junto con esa
amabilidad y paciencia hace a la persona tan poderosa y fuerte que no hay algo a lo que no
pueda enfrentar con valentía -enfermedad, dificultades, pérdida de dinero, oposición- no hay
nada de lo que tema. Con toda su gentileza y amabilidad, internamente se hace fuerte.

Cuando una persona ha pasado por esta etapa, viene entonces un tercer estadio, que consiste
en considerar todas las fuentes terrenales, sean favorables o desfavorables, todo lo que le
llega, como Dios. Si se encuentra con un amigo, para el Sufí es Dios quien llega a su encuentro.
Si un mendigo le pide un centavo, es a Dios a quien el Sufi reconoce en aquella forma. Si un
desdichado sufre en la miseria, él ve también en esto la existencia de Dios. Solo que la
diferencia está en que en algunos él ve al Dios inconsciente, mientras en otros él ve al Dios
consciente. A todos los que lo aman, a quienes lo odian, lo quieren o lo rechazan, a quienes lo
admiran o desprecian, los mira con los ojos del devoto de Dios, quien ve a su Amado en todos
los aspectos. Naturalmente, cuando desarrolla esta actitud, desarrolla un espíritu santo.
Entonces comienza a ver en este mundo de variedad al único Ser que juega su rol en una
variedad de seres, y para quien cada momento de su vida está colmado de admiración. Pero,
incluso con esta comprensión, nunca dirá haber evolucionado más que alguien que adore a
Dios de forma común y corriente. Él puede, codo a codo, venerar de esa misma manera,
aunque se mantenga por encima de ella; pero nunca dirá que lo está.

Continuará…

Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez

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