Hazrat Inayat : The Phenomenon of the Soul pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat : El fenómeno del alma pt I 

En la oración Khatum pedimos al Uno que descubra a nosotros la luz divina que está escondida en nuestras almas para que ‘conozcamos y entendamos mejor la vida’. En esta serie de conferencias acerca del fenómeno del alma, Hazrat Inayat Khan nos ayuda a ver más claramente lo que se entiende por ‘alma’. 

El alma se llama Atma en sánscrito; en persa se llama Ruh. Cuando le preguntaron al profeta ¿Qué es el alma?, respondió con dos palabras, Amr-i-Allah, que significa ‘una actividad de Dios’. 

La conexión entre la conciencia y el alma es como la conexión entre el sol y el rayo. El rayo está formado por la actividad del sol arrojando su luz. La actividad de la conciencia arroja su rayo, que es llamado el alma. La actividad en cierta parte de la conciencia hace que esa parte se proyecte hacia la manifestación. El rayo es el sol; pero distinguimos el rayo como algo aparte, distinto en sí mismo, más largo o más corto, más fuerte o desvaneciéndose, de acuerdo a la actividad en él. 

El alma, durante su vida en la tierra o después, no cambia su plano de existencia; si algún cambio ocurre es en la dirección de su movimiento. El alma no tiene peso originalmente, pero en su camino recoge a su alrededor propiedades producidas de sí misma y continuamente toma prestado de los elementos que componen el universo, y puesto que nuestras posesiones no son necesariamente nosotros mismos, así las propiedades no son el alma. La mejor comparación es con nuestros ojos, en los que grandes extensiones de campo, enormes montañas y kilómetros de horizonte en el océano se reflejan al mismo tiempo, y sin embargo los ojos tienen a duras penas una pulgada de ancho. Tal es la naturaleza del alma, que es tan pequeña para contarse como una entre las incontables almas que contiene el universo, y sin embargo tan vasta como para contener todo el universo en sí. 

El ser externo, la mente y el cuerpo han confinado una porción de toda la conciencia; la misma porción es en realidad el alma. Es como si se trazara una línea en una tela para marcar una parte de esta como separada del todo. O es como si nos paráramos frente a una cortina con una pequeña linterna tal que la luz de la linterna cayera sobre la cortina y formase un parche sobre la misma. De la misma manera, las impresiones de la mente y el cuerpo se reflejan en el alma y la separan de toda la conciencia. Sobre el alma se reflejan la felicidad o la miseria, la alegría o la tristeza del ser externo, pero el alma en sí misma no está ni triste ni feliz. El alma no está sujeta al nacimiento o a la muerte, tampoco crece o disminuye; no evoluciona ni se degenera. 

Si nos paramos frente a un espejo vestido con harapos el espejo muestra el reflejo de nuestros harapos, pero no está en si mismo en miseria. Si nos paramos frente al espejo cubiertos de perlas y diamantes el reflejo de nuestras perlas y diamantes caen sobre el espejo, pero el espejo no se convierte en diamantes y perlas. Así es con el alma: no es ni pecadora ni virtuosa; no es ni rica ni pobre. Todas las dichas y penas de la vida, subidas y bajadas, se reflejan momentáneamente sobre el velo del alma y después de un tiempo desaparecen. Por eso, todas las alegrías y tristezas de ayer no son nada para nosotros hoy. 

El alma y el cuerpo son de la misma esencia; el alma ha formado el cuerpo de sí misma, siendo el alma más fina, el cuerpo más denso. Lo que en el alma podría llamarse vibración en el cuerpo se convierte en un átomo. El alma se ha convertido en mente para experimentar más, se ha convertido en cuerpo para experimentar aún más concretamente; sin embargo, la mente es independiente del cuerpo, y el alma es independiente de ambos la mente y el cuerpo. 

El alma ve a través de la mente y del cuerpo, el cuerpo es como los anteojos de la mente, y la mente es el telescopio del alma. Es el alma la que ve, pero atribuimos la vista y el oído a los ojos y los oídos. En ausencia del alma ni el cuerpo ni la mente pueden ver. Cuando una persona muere sus ojos están ahí pero no pueden ver; sus oídos están ahí, pero no pueden escuchar. 

Continuará… 

Traducido por Darafshan Daniela Anda

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