Hazrat Inayat : The power of the Word pt VI (Spanish version)

Hazrat Inayat: El Poder de la Palabra, parte VI 

En la publicación anterior, Hazrat Inayat Khan habló del poder de la mente que da poder a la palabra pronunciada. 

Además de esto, la palabra tendrá poder de acuerdo con la iluminación del alma, porque entonces esa palabra no viene de la mente humana, esa palabra viene de la profundidad, de adentro; esa palabra viene de alguna parte misteriosa que está oculta a la mente humana. Y es en conexión con tales palabras que se lee en las escrituras de ‘espadas de fuego; o ‘lenguas de fuego”. Ya fuera de un poeta, o de un profeta, cuando esa palabra salía de su ardiente corazón, entonces la palabra se elevaba como una llama. De acuerdo con el Espíritu divino que está en la palabra, esa palabra tiene vida, poder e inspiración. Piensa en las palabras vivas de los tiempos antiguos, piensa en las palabras vivas que se leen en las escrituras, ¡las palabras vivas de los santos, de los iluminados! Viven y vivirán para siempre. Es como una música, que puede llamarse magia, magia para todos los tiempos. Cada vez que esas palabras se repiten tienen esa magia, ese poder. 

Aquellas palabras que las almas iluminadas de todas las épocas han pronunciado han sido preservadas por sus pupilos. En cualquier parte del mundo donde nacieron o vivieron, lo que dejaron caer como palabras ha sido recogido como verdaderas perlas, y conservado como escrituras. Por lo tanto, dondequiera que uno vaya en Oriente encuentra que los seguidores de las diferentes religiones guardan las palabras de los iluminados cada vez que oran, y no necesitan ponerlas en su propio idioma. Las palabras pronunciadas por los grandes han sido preservadas durante siglos para que puedan ser utilizadas en la meditación. 

Hay un misterio más científico y aún mayor en la palabra. No es sólo lo que la palabra significa, no es sólo quién ha dicho la palabra, sino que la palabra en sí misma tiene también un poder dinámico. Los místicos, sabios y buscadores de todas las épocas, conociendo el misterio de la palabra sagrada, siempre han estado en pos de ella. Toda la vida meditativa de los sufis se basa en el misterio de la palabra. Pues la palabra “sufi”, según la explicación de los iniciados, está relacionada con Sophia, que significa sabiduría. Pero no sabiduría en el sentido exterior de la palabra, porque la astucia mundana no puede llamarse sabiduría. El intelecto, que el hombre confunde muy a menudo con la sabiduría, es sólo una ilusión de ésta. La sabiduría es lo que se aprende desde adentro; el intelecto es lo que se adquiere desde afuera. 

La sabiduría es una forma en la que las almas que han llegado a la realización han intentado percibir e interpretar para sí mismas la palabra que encontraron en la vida. La sabiduría es la interpretación de la vida, hecha por alguien cuyo punto de vista se ha vuelto diferente al mirar la vida a la luz del sol. Uno llega a este punto de vista no sólo por el estudio, sino por la asociación con quienes tienen ese punto de vista particular. Además, al sumergirse profundamente en la vida se llega a la realización de la verdad, y para sumergirse profundamente en la vida hay un camino o proceso. Es posible que, con cierta dificultad o con facilidad, uno encuentre el lugar que busca en una ciudad. Uno puede buscarlo en diferentes direcciones y al final encontrarlo, pero preguntando a alguien que sabe, uno puede encontrarlo antes. 

La fuente de la sabiduría está arriba, la fuente del intelecto está abajo, y por lo tanto no es el mismo método, no es el mismo proceso el que uno adopta para alcanzar la sabiduría, que el que adopta para adquirir el intelecto. En resumen: la consecución de esa sabiduría se logra de diversas maneras por diversas personas, pero el gran misterio de la consecución de la sabiduría divina reside en el misterio de la palabra. 

La palabra es en sí misma misterio en todos los sentidos, y todas las escrituras han considerado el misterio de la palabra -incluso comparado con todos los demás secretos de la vida- como el más profundo. En la escritura más conocida por el mundo occidental leemos que primero fue la palabra, y la palabra era Dios, y de nuevo se lee que primero fue la palabra y después vino la luz. Estas frases nos transmiten dos cosas. La primera nos transmite que, si algo existió, y si podemos expresar lo que existió, sólo podemos expresarlo con el término “palabra”. Y cuando llegamos a la segunda frase nos explica otra fase del misterio que es que, para que el alma rodeada por las tinieblas del mundo de la ilusión pudiera salir a la luz, primero fue necesaria la palabra. Esto significa que el Espíritu original estaba en el misterio de la palabra, y que por la palabra debía encontrarse el misterio del Espíritu. 

Cuando llegamos a las escrituras védicas, que existieron miles de años atrás, allí también nos damos cuenta de lo mismo. Por ejemplo, hay una frase en sánscrito, Nada Brahma, que significa: el misterio de la creación estaba en nada – en la palabra. En el Corán se lee en las palabras árabes, Kun fa yakun – que primero fue la exclamación “¡Sé!”, y se convirtió en. Aquel que dijo ‘Sé’- y se hizo- no era un ser mortal. Era, es y será toda la vida que existe. Si esto es así, entonces la palabra no era el misterio del pasado, sino que la palabra es un misterio continuo y eterno. Y en esta época, en la que el hombre se ha ocupado de los fenómenos materiales y ha progresado mucho, en comparación con el pasado, en la industria y las actividades comerciales, este aspecto de descubrir el poder que se oculta bajo la palabra está todavía inexplorado. 

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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