Hazrat Inayat : The Sage in the East pt. II (Spanish version)

Hazrat Inayat: El sabio en Oriente  pt. II 

Hazrat Inayat Khan continúa aquí su descripción de los sabios de Oriente hablando de los ascetas de la tradición hindú.  La primera publicación de esta serie está aquí. 

Sabios hindúes: 

Primero tomaremos los sabios entre los hindúes. Esta raza es por naturalmente sabia, y un sabio hindú puede ser un brahmán, un kshatriya, un vaishya o incluso un shudra*. Hay sabios entre todas las castas de la India. La idea ha sido desarrollada en ese país durante miles de años; está en la sangre de la gente, y esta tendencia puede verse incluso en un niño. En mi propia infancia, me complacía mucho estar en presencia de un sabio. A una edad en la que a los demás les gustaba jugar a la pelota o jugar con cometas y palomas, yo anhelaba la soledad. Es como si ese deseo se hubiera mantenido durante miles de años; no sólo los sabios han dejado su impronta en la raza, sino que la raza también ha quedado impresionada por el propio sabio. La gente siente el mayor respeto por un sabio, la mayor admiración, ya sea que se dediquen a los negocios o a una profesión, sean estudiantes, o sigan cualquier camino de la vida. Su mayor alegría es estar a los pies de un sabio; es como si uno estuviera a los pies de la Deidad. Así que lo más grande del mundo, el ideal más elevado de la vida, es poder convertirse algún día en un sabio. No sólo el brahmán lo siente así, sino que también el trabajador, el shudra, tiene el deseo de liberarse de su trabajo y lograr una visión de esa belleza que se oculta en el sabio. 

Hay dos tipos de sabios hindúes: los Vairagi y los Sant. Uno es asceta, el otro es santo. La vida del Vairagi es sorprendente, extraordinaria, y es un gran enigma para quienes lo conocen. Uno podría sentir bastante miedo de un hombre que está acostado con cenizas frotadas por toda la cara y el cuerpo, o tal vez sentado casi en un fuego. Su propia apariencia es muy extraña. Puede que viva en un cementerio fuera de la ciudad y que vaya a la ciudad sólo para conseguir comida para él y sus amigos que son Vairagis como él. Otras veces se va al desierto y vive allí. Pasa la mayor parte del tiempo meditando y esforzándose por dominar el yo. 

El camino que siguen los hindúes es uno de los cuatro Yogas, y es a través del Hatha Yoga, el camino de la abstinencia, que el Vairagi se esfuerza por desarrollar su vida espiritual. Al seguir este camino, se pueden llevar a cabo prácticas que parecen horribles, o al menos muy extrañas para aquellos que no entienden la filosofía o el ideal subyacente. Haga lo que haga, el objetivo es alcanzar el espíritu aniquilando todo lo que lo oculta a su vista. Podría decirse que se considera a sí mismo como su propio enemigo, por lo que aplasta todo lo que no es espíritu, todo lo que interfiere con su progreso espiritual. Busca liquidar todo lo que es mortal dentro de sí mismo, dándose cuenta de que así puede alcanzar una vida más elevada y poderosa. 

No hay palabras que puedan describir la experiencia que adquiere. Nadie más que él puede entender su experiencia; es como si un niño que nunca ha comido azúcar tratara de entender lo que significa la palabra “dulce”. Sólo pueden entender la idea de dulce quienes han experimentado la dulzura. Así que un Vairagi es muy poderoso; para realizar un milagro todo lo que tiene que hacer es mover su mano. Toda la vida parece estar ante él como su obediente servidora; todos los que ven a un Vairagi saben que es el amo de la vida. 

Una vez que uno es dueño de sí mismo, es dueño de la vida. El yo es lo que hace que nuestra vida sea limitada, por lo que cuando lo dominamos, dominamos la vida, y nos convertimos en su amo en la medida en que hemos alcanzado el dominio sobre él. Una persona así es el ama incluso de las plantas y los árboles, o de cualquier ser vivo; lo domina todo. No podemos apreciar esto fácilmente, porque es bastante ininteligible hasta que uno mismo ha desarrollado ese dominio en su propia vida. Entonces es posible ver cómo la vida parece volverse obediente en toda clase de relaciones. 

¿No vemos, incluso en nuestra limitada experiencia, cómo las cosas van mal cuando nos hemos vuelto débiles de voluntad o de mente en uno u otro asunto? No es posible dominar las condiciones de la vida hasta que hayamos aprendido a controlarnos a nosotros mismos. Una vez que tengamos dominio sobre nuestro yo, todo irá bien. Es lo mismo que cuando un jinete no tiene fuerza en los dedos, de modo que no puede sujetar las riendas del caballo. Sus dedos deben obedecer a su mente antes de que el caballo obedezca. Esto es cierto en todas las circunstancias de la vida, y en todas las diversas condiciones que nos rodean, nuestras relaciones, nuestros amigos. Podemos quejarnos de que nadie nos escucha, de que nuestro sirviente no hace lo que deseamos que haga, de que nuestros ayudantes no cumplen nuestras órdenes. Podemos culparles a ellos, cuando todo el tiempo somos nosotros los culpables porque no nos hemos dominado primero. Cuando lo hayamos hecho, obedecerán. 

El Vairagi aprende su lección principalmente a través de la abstinencia. ¿Por qué? Porque las cosas van mal por nuestra propia debilidad; no hacemos lo que deseamos hacer; nos consideramos tan pequeños que no podemos lograr nuestros propios deseos. 

Hay muchos hacedores de portentos entre los sabios de la categoría Vairagi. ¡Pero no creas que se suben a una tarima y actúan! Cualquiera que suba a un escenario para mostrar milagros es falso, no es real. El verdadero Vairagi tiene como objetivo su propia maestría y no se preocupa por hacer trucos para que el mundo los vea, entonces nadie los ve. Toda la vida del Vairagi es una maravilla, y sin embargo el mundo no es consciente de ello. No sólo es una maravilla en sí mismo, sino que el mundo entero es una maravilla para él, tan grande es su visión, su poder, su inspiración. Pero su vida es muy dura; es una gran renuncia. 

*Hazrat Inayat Khan se refiere a las cuatro castas, ahora supuestamente inoperantes en la sociedad hindú. Son, por orden, la casta sacerdotal, la casta guerrera, la casta del comercio y la agricultura, y la casta de los que se dedican a tareas “ritualmente impuras”, lo que les haría intocables especialmente para los brahmanes. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda 

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