Hazrat Inayat: El Alma, de Dónde y Hacia Dónde pt II
Hazrat Inayat Khan ahora presenta una imagen del vasto sistema de la creación, como el terreno fundamental necesario para entender la naturaleza del alma. La primera publicación de la serie está aquí.
El Espíritu Divino es conocido por los místicos de todas las eras como el Sol; y por lo tanto en todos los símbolos místicos de la antigüedad el sol ha sido presentado como el signo de Dios. Esta concepción ayuda mejor al conocimiento de la metafísica. El sol es ese aspecto del Dios Absoluto en el que Él comienza a manifestarse, y el primer paso hacia la manifestación es la contracción. Esa contracción se observa en todos los seres vivos y en todos los objetos. Lo primero que tiene lugar es la contracción y luego la expansión, que surge naturalmente como una reacción. La primera tendencia es el deseo de la inhalación y la última de la exhalación. La contracción y expansión que se observan en todos los aspectos de la vida vienen de Dios mismo.
La Luz Omnipresente, por esta tendencia, se concentra, y es esta Luz de inteligencia concentrada la que es el sol reconocido por los místicos. Como dijo Shams-i Tabriz, “Cuando el Sol de Su rostro se manifiesta, los átomos de ambos mundos comienzan a aparecer; mientras su luz cae, cada átomo se viste con un nombre y una forma”. Los hindúes lo han llamado en el Vedanta, Chaitanya, el Espíritu o la Luz de Dios. En el Corán se menciona “hemos hecho tu luz de Nuestra Luz, y de esa Luz hemos hecho el Universo”. En palabras sencillas esto significa que cuando no había nada – ni forma, ni nombre, ni persona, ni objeto – excepto la inteligencia; fue la concentración de esa inteligencia lo que trajo su esencia en forma de luz y se llamó Espíritu Divino; y la expansión de la misma luz ha sido la causa de la totalidad de la manifestación. La creación es la exhalación de Dios; y lo que se llama destrucción es la absorción, que es la inhalación de Dios.
El Espíritu Divino se expande a sí mismo; a eso lo llamamos creación y consiste en varios nombres y formas. Ahí surge la condición de conflicto o enredo de la Respiración de Dios, desorden en su ritmo, que se manifiesta en destrucción y culmina en lo que es llamado por los hindúes Pralaya, el fin del mundo. Por esto muchos culpan a Dios, muchos lo juzgan a Él y muchos piensan que es injusto de parte de Dios, crear y destruir; pero para Dios que es el único Ser esto es una condición natural, por la cual Él vive eternamente. El comienzo y el fin del mundo es solo su único aliento, cuya duración es incontable en años. Durante este único aliento, infinidad de seres han nacido, han vivido y han muerto y experimentado ambos, este y el otro mundo. Las almas por lo tanto son los rayos de este Sol, que se llama en sánscrito Brahma, La naturaleza del rayo es extenderse y retirarse, aparecer y desaparecer; y la duración de su existencia es corta al compararla con la duración del Dios eterno, el espíritu Divino. Hay creaturas vivientes, pequeños gérmenes, gusanos e insectos que no viven más de un instante; y hay otros seres cuya vida es cientos de años; y algunos viven aun más; y aun si fueran mil años, es un instante comparado con la eternidad. El tiempo, como lo conoce el hombre, es percibido en primer lugar por el conocimiento de su propia constitución física.
De la palabra sánscrita pala, que significa instante, ha surgido la palabra “pulso”; que es pulsación. Este conocimiento ha sido completado en cierta medida por el estudio de la naturaleza, los cambios de las estaciones, y los viajes que hace la tierra alrededor del sol. Muchos quieren limitar la ley divina a esa concepción de tiempo hecha por el hombre, y hacen especulaciones alrededor de esto; pero la tendencia del místico es inclinar su cabeza en adoración, cuando viene a su mente el pensamiento de la vida eterna de Dios, el único Ser. En lugar de cuestionarse por qué y qué, contempla el ser de Dios, y así eleva su consciencia por encima de las limitaciones de tiempo y espacio, liberando así su alma al remontarla a las esferas divinas.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel