Hazrat Inayat : El Alma, ¿de Dónde y hacia Dónde? pt V
Hazrat Inayat Khan comienza ahora a hablar de la posibilidad de comunicación con el reino angélico. La entrada anterior de la serie está aquí.
En las antiguas escrituras se menciona que los ángeles venían con mensajes a los profetas de Beni Israel; pero la explicación de esto desde el punto de vista metafísico es muy diferente de lo que una persona ordinaria podría imaginar. Ningún hombre en la tierra es capaz de comunicarse con los ángeles del cielo, ni un ángel del cielo está inclinado a comunicarse con el hombre. Pero en las vidas excepcionales de los profetas lo que ocurre es que se elevan por encima de todos los planos que mantienen al hombre alejado de los cielos angélicos, y al hacerlo son capaces de tocar estos cielos. Y cargados con el fuego siempre resplandeciente de la inspiración de las esferas angélicas, donde entran en contacto con los ángeles, descienden al plano de la tierra; y es entonces cuando sus palabras se convierten en lenguas de fuego, como se dice en las escrituras. Esto significa que cada una de sus palabras se convierte en una antorcha entregada en las manos de aquellos que escuchan, para iluminar sus caminos a través de la vida. Esto es especialmente así en las vidas de los Grandes que han dado al mundo un mensaje divino, una religión; sus almas nunca han estado desconectadas de ninguna manera del mundo angélico; y es esta corriente, que unió sus almas con las almas de los ángeles, la que siempre les mantuvo en contacto tanto con el cielo como con la tierra. El alma del profeta es, pues, un vínculo entre el cielo y la tierra; es un medio por el cual puede recibirse el mensaje de Dios.
También hay algunas almas espirituales que han tenido en su vida la experiencia de haber sido ayudadas o advertidas por un ángel. Son tales almas las que han conservado intacto un hilo que trajeron consigo del mundo angélico; pueden ser conscientes de ello o no, pero hay un hilo telegráfico que conecta sus almas con las almas de los ángeles, y son conscientes de haber tenido contacto con los ángeles.
A La enfermedad común se le llama salud normal; cuando muchos no pueden experimentar algo que es insólito, piensan que la persona que puede experimentar tal cosa rara se ha vuelto loca. Por eso es ley de los místicos verlo todo, experimentarlo todo, ya sea del cielo o de la tierra, y, sin embargo, decir poco, pues las almas incapaces de comprender las posibilidades de su alcance los ridiculizarán.
Hay otro aspecto del contacto con los ángeles, y es en el momento de la muerte. Muchos han visto en su vida a los ángeles de la muerte, pero cuando llega la llamada de la muerte algunos los han visto en forma humana. Otros no los han visto, pero los han oído hablar. La razón es que hay algunas almas que ya han partido del plano terrestre, aunque el aliento todavía conecta el alma con el cuerpo; y tales almas experimentan las esferas angélicas mientras todavía están en la tierra en el momento de su muerte. Ven a los ángeles revestidos de la forma de su propia imaginación y oyen las palabras de los ángeles en su propio idioma. La razón es que una persona que ha vivido en el plano terrenal tiene que vestir a un ser de los planos superiores con ropajes terrenales e interpretar el lenguaje de las esferas superiores con sus propias palabras. Por ejemplo, el ángel Gabriel habló a Moisés en hebreo y a Mahoma en árabe. Uno se preguntaría, ¿cuál era el idioma del ángel Gabriel, el árabe o el hebreo? Ni el árabe ni el hebreo eran la lengua de Gabriel. Su lengua era la lengua del alma y el alma conoce la lengua del alma; es cuando una persona interpreta lo que oye, incluso para sí misma, que reviste las palabras que oye en su propia lengua. Cuando el Espíritu descendió sobre los doce apóstoles, comenzaron a hablar todas las lenguas, y el significado de esto es que, cuando fueron inspirados por el mundo angélico, por el Sol divino o el Espíritu Santo, conocían el lenguaje de las lenguas, es decir, conocían el lenguaje del alma, lo que significa que oían la voz del alma antes de que los hombres les hablaran con palabras terrenales. Eran capaces de oír la voz de cada alma a través de esa inspiración. No daría ningún mérito especial a los apóstoles si se dijera que conocieron instantáneamente todas las lenguas del mundo; porque incluso ahora se encuentran personas cuyo genio lingüístico es tan grande que conocen más de veinte o treinta lenguas. Sólo hay una lengua que pueda llamarse todas las lenguas, y es la lengua del alma. Ante el alma iluminada todas las almas son como cartas escritas.
Continuará…
Traducido por Inam Anda