Hazrat Inayat : El Alma de Dónde y Adónde pt XVII 

Hazrat Inayat Khan describe ahora en términos generales cómo las leyes de las tres esferas afectan a las circunstancias que experimentamos aquí en la tierra. La publicación anterior de la serie está aquí. 

La ley que rige la manifestación del alma puede dividirse en tres partes: la de los cielos angélicos, la de la esfera de los genios y la del mundo del hombre, o plano físico. 

En los cielos angélicos no hay impresiones diferenciadas; pero hay una afinación. El alma está afinada en un cierto tono por la ley de la vibración, alto o bajo según la impresión que recibe de las almas que vuelven a casa. En esta afinación obtiene, por así decirlo, un tono y un ritmo que dirigen su camino hacia el mundo de los jinns. Las almas en sí mismas no son diferentes en los cielos angélicos, ya que están justo al lado de la del Ser divino. Si hay una diferencia de almas en los cielos angélicos, es la diferencia de mayor o menor resplandor, y el mayor o menor alcance de su radio de acción. 

Lo que atrae a las almas de la esfera de los jinns al mundo humano es lo que reciben de las almas que vuelven a casa. De acuerdo con esto toman su dirección hacia el mundo físico. Si tuviera que dar esta idea de una forma más expresiva, diría que es como una persona cuyo corazón está sintonizado con el amor y la luz, y con la apreciación y admiración de la belleza. Ciertamente tomará una dirección hacia una mayor belleza, y buscará amigos con los que estar y de los que aprender, que le parezcan de alguna manera similares a su naturaleza o ideal. Este es un ejemplo del alma que es atraída de los cielos angélicos a la esfera de los jinns. Una persona que ha estudiado música y la ha practicado a lo largo de su vida buscará sin duda la relación con amigos músicos, artistas, cantantes, compositores y amantes de la música. Entre éstos encontrará a sus amigos, sus camaradas; y así un alma de la esfera de los genios es dirigida según su amor por ciertas cosas en el plano físico. Esto demuestra que Dios no impone ciertas condiciones a las almas que van hacia la manifestación, sino que ellas las eligen. 

Alguien puede decir: “¡Pero ningún alma puede haber elegido condiciones miserables para sí misma! La respuesta a esto la encontramos ante nosotros en este mundo. Muchos causan aquí sus propias miserias; puede que no lo sepan, puede que no lo admitan; sin embargo, muchas de las alegrías y penas del hombre son causadas por él mismo. Esto no significa que ésta sea la única ley que rige la vida. Es una ley que responde a la pregunta que surge del sentido común. Pero si uno levantara la cabeza de este mundo de ilusiones y mirara hacia arriba, y preguntara a Dios: “Dime el secreto y el misterio de Tu creación”, oiría como respuesta que cada cosa y ser está puesto en su propio lugar, y cada uno está ocupado en llevar a cabo el trabajo que tiene que hacerse en todo el esquema de la naturaleza. La vida es una sinfonía; y la acción de cada persona en esta sinfonía es la interpretación de su parte particular en la música. 

Durante la guerra, todas las personas fueron llamadas a las armas y colocadas donde se las necesitaba, independientemente de su profesión, cualificación o nivel moral. La razón era que la “llamada del propósito” era la primera consideración. Si hay algo que traerá paz al pensador es la comprensión de esto. El pensamiento: “Estoy sufriendo ahora a causa de mis pecados en una vida pasada”, puede traer una respuesta a la mente inquisitiva y razonadora y hacer que deje de rebelarse por el momento, pero ¿eliminará esto la irritación que la miseria está causando en el corazón? ¿Excusará alguna vez esa mente a Dios por haberle juzgado tan severamente? Puede que reconozca sus errores del pasado, pero ¿creerá alguna vez en Dios como un Dios de amor y compasión, como un Dios de misericordia o como un Dios de perdón? 

Continuará... 

Traducido por Inam Anda