Hazrat Inayat: El alma, De dónde y Hacia Dónde Pt XXIX
Hazrat Inayat Khan continúa su discurso sobre la naturaleza y el poder de la mente, y la necesidad de practicar la psicología de la vida. La publicación anterior está aquí.
La mente tiene el poder de crear; crea todo, pero ¿a partir de qué crea? A partir de maya, una substancia sujeta al cambio, la muerte y la destrucción. Sin embargo, el poder de la mente es incuestionable, y nos enseña que en su mayoría nuestras infelicidades y fracasos son causadas por nuestra propia mente, más que por la mente de otro; y si son causadas por la mente de otro, entonces nuestra mente no está en condiciones de funcionar. El conocimiento del poder de la mente vale la pena saberlo cuando se entiende mejor la concepción moral de la vida; cuando el hombre sabe lo que es correcto e incorrecto, lo que es bueno y malo, y se juzga solo a sí mismo, y ve estas dos cosas opuestas en su propia vida, persona y carácter, pues cuando el hombre ve los disparates de otro y quiere juzgar a otro, entonces su sentido de justicia no está despierto. Los grandes cuya personalidad trajo alivio y sanación a sus semejantes fueron aquellos que solo usaron la facultad de juzgar para juzgarse a sí mismos; los que trataron de corregir sus propios disparates, y estando comprometidos con corregirse a sí mismos, difícilmente tuvieron tiempo en la vida para juzgar a otro. La enseñanza de Cristo, “No juzguéis y no seréis juzgados”, probará ser siempre el mejor ejemplo a seguir.
La mente es un caparazón mágico en el que la imaginación hace un diseño, y la misma imaginación se materializa en la superficie. Y entonces surge la pregunta, “¿Por qué todo lo que el hombre piensa no se vuelve realidad, por qué no se cumple todo lo que desea?”. La respuesta es que, por sus limitaciones, el hombre entierra, por así decirlo, el poder creador divino en su mente. La vida confunde tanto al hombre que difícilmente hay uno entre mil que realmente sabe lo que quiere; y tal vez haya uno en un millón que sepa por qué lo quiere; y aun entre millones no encontrarás uno que sepa por qué debería querer o por qué no debería querer algo. Con todo el poder de la mente una cosa debe recordarse: que el hombre propone y Dios dispone. Esto probará ser siempre verdad cuando el hombre se enfrenta a la voluntad de Dios Todopoderoso. Por lo tanto, el camino de los santos en la vida ha sido buscar con resignación la voluntad de Dios, y en esta forma nadar con esa gran marea, para que con el cumplimiento de su deseo se cumpla el propósito de Dios.
La clave de la mente es el conocimiento de la vida. Solo existe un conocimiento real. Se aprende en un momento; pero la naturaleza de la vida es tal que lo olvidamos. En otras palabras, la clave de la mente es la psicología de la vida, y rara vez hay una persona que conozca en profundidad la psicología de la vida. El hombre tiene la facultad de conocer, pero está tan absorto en la vida que no se da tiempo para practicar la psicología de la vida, que es más valiosa que cualquier otra cosa en el mundo.
Por psicología se entiende que antes de pronunciar una palabra el hombre debería pensar qué efecto tendría en la atmosfera, en su persona, en la vida entera: toda palabra es la materialización de un pensamiento; tiene un poder dinámico. Si lo consideramos encontraríamos que todo pequeño pensamiento, todo pequeño sentimiento, todo movimiento que hacemos, desde una sonrisa o el fruncir el ceño, tan pequeñas cosas, tiene su efecto. Si conociéramos el efecto de cada causa antes de traerla al pensamiento, la palabra o la acción, nos volveríamos sabios. Generalmente el hombre hace todo mecánicamente, influenciado por las condiciones del momento, por rabia o depresión; entonces todo hombre en la vida vive una vida sin control – en otras palabras, sin maestría. Lo que aprendemos a través del conocimiento espiritual es a adquirir maestría, aprender a saber qué consecuencias tendrán nuestras acciones. Un hombre no puede ser perfecto en este conocimiento, toda alma tiene sus limitaciones, pero es algo por lo cual luchar, y en esto está el cumplimiento del propósito de Dios. Ni siquiera este conocimiento por sí solo hace capaz a un hombre; la práctica es necesaria y puede tomar toda una vida. Cada día el hombre parece cometer mas errores; en realidad no es así, pero su vista se vuelve más aguda.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel