Hazrat Inayat: hacia la meta (pt. II)
Hazrat Inayat Khan continúa su descripción del viaje del alma de vuelta a casa, que había empezado en la entrega anterior.
Tanto la vida como la muerte son aspectos contrarios de una sola cosa, que es el cambio. Si algo de la muerte se mantiene en el alma que ha abandonado esta tierra, es la impresión de la muerte, de acuerdo con la idea que haya tenido de la muerte. Si el alma ha tenido un horror a la muerte, lleva ese horror consigo; también, el alma moribunda lleva consigo la impresión de la idea y el respeto por la muerte de quienes la rodean en vida, especialmente en el momento en que abandona la tierra. Este cambio paraliza cada actividad del alma durante cierto tiempo. El alma que ha quedado impresionada por la idea que tenía de la muerte, y por la impresión que dejaron aquellos que la rodearon en el lecho de muerte, se queda en un estado de inercia que bien podría llamarse temor, horror, depresión o desilusión.
Toma cierto tiempo para el alma recuperarse de este sentimiento de estupefacción; esto es lo que podría llamarse purgatorio. Una vez recobrada de dicho estado, de nuevo empieza a progresar avanzando hacia su meta por la vía que había trazado antes. ¡Cuántas almas creen ingenuamente en la idea de la muerte y llevan consigo aquel pensamiento cuando dejan la tierra yendo hacia una vida que es aún más grandiosa! ¡Y cuántas almas encontramos en el mundo que creen en la muerte como el fin de la vida, una creencia en la mortalidad que no pueden arraigar fuera de sus mentes! Toda la enseñanza de Jesucristo tiene como tema central el desenvolvimiento, la realización de la inmortalidad.
¿Qué es el purgatorio? Los sufis lo llaman Naza, una suspensión de la actividad. Si hay una muerte, es la quietud y la inactividad. Es como un reloj de péndulo que se detiene por cierto tiempo; se requiere darle cuerda, y un pequeño movimiento lo pone en marcha. Así llega el impulso de la vida que, abriéndose camino a través de esta nube de mortalidad, hace al alma ver la luz del día después de la tiniebla nocturna. En términos sufis esto podría llamarse Nahazat. ¿Y qué ve el alma bajo esta reluciente luz del día? Se ve a sí misma viviendo como antes, teniendo el mismo nombre y forma, y aún así progresando. El alma encuentra una mayor libertad en esta esfera, y menos limitación de la que había experimentado en su vida sobre la tierra. Ante el alma hay ahora un mundo, un mundo que no le es extraño, sino que lo ha hecho durante su vida terrenal. Eso que el alma ha conocido como mente, la mente misma es ahora un mundo para el alma; eso que el alma en la tierra llamó imaginación ahora está ante ella como una realidad.
Si este mundo es artístico, es el arte producido por el alma. Si hay ausencia de belleza, esto también es causado por el descuido de la belleza por parte del alma, mientras estuvo en la tierra. La imagen del paraíso (Jannat), las ideas del cielo y la concepción de las regiones infernales, es ahora para el alma una experiencia.
Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez