Hazrat Inayat : Wealth pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat:  La riqueza pt I 

Algunas personas se sorprenderán de que un místico hable sobre negocios y oro, especialmente porque Hazrat Inayat Khan lamentaba a menudo el predominio del materialismo de hoy.  Sin embargo, como lo muestra aquí, la sabiduría de un sufi puede servir en todos los campos de la vida. 

La riqueza siempre ha demostrado ser un objetivo central en la vida del mundo, un objetivo hacia el que toda mente se siente naturalmente atraída y que puede resolver la mayoría de los problemas de la vida. Por muy terrenales que parezcan, todas las cosas se vuelven buenas o malas por su uso o abuso. En todas las épocas el hombre ha hecho monedas de oro, y ahí el hombre demuestra de nuevo el anhelo de luz de su alma, pues el oro es el color de la luz y entre los metales el oro es el que más refleja la luz. En el Corán se dice: “Todo lo que hemos creado en la tierra y en el cielo es para tu uso”, lo que significa: no para que le temas o lo odies o renuncies a él, sino para que lo uses. Es fácil para el pobre ridiculizar la riqueza y a los ricos, pero una vez que el pobre posee riqueza, la cuestión es si la conserva o la despilfarra. 

A partir de esto, nos damos cuenta de que es importante que el hombre aprenda primero en su vida el uso correcto de la riqueza. Este problema puede ser resuelto considerando primero este asunto desde todos los puntos de vista, tanto desde el moral como desde el psicológico, y también desde el punto de vista social y político: de qué manera se puede adquirir correctamente la riqueza. El actual estado caótico del mundo entero se debe a la falta de este conocimiento particular. Hoy en día, el hombre sólo sabe una cosa: necesita dinero, debe obtenerlo y, si lo tiene, debe conservarlo. Pero la pregunta sigue siendo: ¿por qué necesita dinero?, ¿cómo puede adquirirlo y con qué propósito debe obtenerlo? 

Por falta de este conocimiento, tanto los ricos como los pobres están perdidos. Los ricos de todas partes están ansiosos por mantener lo que tienen y están nerviosos; porque si las condiciones no siguen como hasta ahora, ¿qué pasará mañana? Su corazón no está tranquilo, ni siquiera con el dinero guardado en su caja fuerte. Los que no tienen dinero, se esfuerzan en cada momento de su vida por poseer todo lo que tienen los ricos, y lo ganan quizás a costa de la destrucción de una nación o de una raza, de un código moral, o de la cultura y la belleza y la bondad. Sólo piensan en cómo conseguirlo y en cómo arrebatar la riqueza a los que ahora la poseen, pero no en qué medida se justifica que tengan la riqueza que pertenece a otro, ni en qué uso harán de esa riqueza. Esta lucha por la vida ha enceguecido tanto a la humanidad hoy en día que el hombre está intoxicado en la lucha por la vida. No tiene tiempo para pensar en ninguna otra cosa, sin embargo, un estudio profundo del problema desde todos los puntos de vista es lo primero que se necesita, y puede ser la mayor ayuda para vivir mejor y hacer el bien a los semejantes. 

Siendo el dinero lo principal por lo que el hombre se esfuerza, debe saber la mejor manera de adquirirlo. Debe juzgar primero su talento, su capacidad, su arte, su profesión o su trabajo. Debe juzgar rectamente, sin un pensamiento personal, lo que realmente merece por lo que hace. Todo el mundo es ciego a esto. Una persona sólo piensa en lo que otro gana, en lo rico que el otro es y en lo bueno que sería si él estuviera en su lugar. Hoy en día el hombre clama por la democracia para derribar a otro de su alta posición, en lugar de tomarse la molestia de subir a las altas posiciones por su propio esfuerzo y con la justificación en su propia conciencia de merecer ese lugar. Sea lo que sea lo que gane el hombre en la vida, y por muy grande y rico que se haga con ello, sin el desarrollo del sentido de la justicia es como un ciego. 

Externamente, un hombre rico parece envidiable, pero en realidad, si uno conociera su verdadera condición, no envidiaría sus circunstancias ni por un momento, porque no sólo lo enceguecen a él, sino que también enceguecen a quienes lo rodean; no sólo tiene enemigos entre sus adversarios, sino que tiene enemigos entre sus amigos más queridos. Puede tener un enemigo en su hermano o hermana, en su esposa o hijo. No es culpa de ellos; es que la riqueza es enceguecedora. Cuando un hombre desarrolla sus competencias, su mérito, su talento, y cuando por ese derecho se gana la vida, es muy justificado que exija lo que realmente merece. Pero el hombre no puede ser muy justo cuando surge la cuestión de sí mismo; por lo tanto, también debe estar abierto a comparar la idea que tiene de sus aptitudes y calificaciones con la opinión de los demás, y debe estar dispuesto a reconocer la superioridad de las competencias y calificaciones de otro. Hoy en día el hombre, cegado por el pensamiento de la competencia y la rivalidad, ignora la superioridad del talento, mérito, arte o cultura de otra persona. 

En los negocios honrar la palabra es la primera lección que todo empresario debe aprender. El honor en los negocios es la primera virtud comercial. Al mismo tiempo, combatir la avaricia es el deber de todo empresario, y también pensar en la ventaja de ambas partes, de él mismo y de su cliente. En el comercio moderno, externamente hay poco regateo, pero el espíritu negociador sigue existiendo en el interior. Hoy en día, el comercio es una batalla entre el comprador y el vendedor, el uno quiere tener éxito a costa del otro. Por lo tanto, no es un negocio; es una batalla, y una batalla por lo general resulta en destrucción. Ahora, después de todas las ganancias durante los años de guerra, ¿hay paz en el mundo comercial? Todos los empresarios lloran y se quejan, sin importar a qué país pertenezcan. En realidad, esto demuestra que el beneficio de cada uno es el beneficio de todos. Ya sea en el arte, en la industria, en el trabajo, en las profesiones o en el comercio, hay que tener en cuenta una cosa, y es la consideración hacia los demás, con un ojo abierto a la justicia y la equidad. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda 

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