Hazrat Inayat: ¿Qué es un sufi? Pt VIII 

Hazrat Inayat Khan ahora describe claramente el papel de la creencia, y los pasos a través de los que la creencia puede evolucionar. La publicación anterior de la serie está aquí. 

Un constante “por qué” surge en las mentes de los inteligentes, y cuando este “por qué” es respondido por la vida a satisfacción del hombre, éste avanza más y más, penetrando a través de todos los diferentes planos de la vida. Cuando este “por qué” no obtiene una respuesta satisfactoria de la vida, entonces surgen la duda, la consternación y la insatisfacción, que dan lugar a la confusión, el desconcierto y la desesperación. A veces la creencia resulta ser peor que la incredulidad. Esto ocurre cuando una persona, aferrada a su creencia, obstaculiza su propio progreso, no permitiendo que su mente vaya más allá en la investigación de la vida, rechazando la guía y el consejo del otro para poder preservar su propia creencia. Entonces, una creencia que se conserva como virtud se convierte en el mayor de los pecados. Tanto la creencia como la incredulidad, por la práctica, con el tiempo se convierten en tendencias naturales; la persona que se inclina a creer adquiere el hábito de creer en todas las cosas y en todo, y un incrédulo con el tiempo llega a no creer en nada, ya sea correcto o incorrecto. El temperamento optimista es el temperamento del creyente, y el pesimismo es, por regla general, la naturaleza del incrédulo. Los profetas siempre han prometido una recompensa para el creyente, y han amenazado al incrédulo con el castigo, porque la oportunidad de la iluminación espiritual sólo está en la vida del creyente, mientras que el incrédulo cubre su alma con su propia incredulidad. 

Los sufíes se inclinan por reconocer cuatro etapas en la creencia: 

Iman-i Muhmil, cuando alguien cree en algo en lo que otros creen, pero por muy fuerte que sea su creencia, cuando los de su entorno cambien su creencia, él cambiará igualmente la suya. 

Iman-i Kamil, la siguiente etapa de la creencia, es la creencia del idealista que tiene fe en su escritura y salvador. Cree porque está escrito en las Escrituras o porque se lo ha enseñado el Salvador. Su creencia, por supuesto, no cambiará con el tiempo, pero aun así puede vacilar, si por cualquier medio la razón se despertara en su alma. Al menos se atenuaría, igual que la luz de una vela se atenuaría con la salida del sol. Cuando salga el sol de la inteligencia, se abrirá paso y dispersará las nubes de emoción y devoción formadas por esta creencia. 

Haqq al-Iman, la tercera etapa de la creencia, cuando el hombre cree porque su razón le permite creer. Este hombre viaja por la vida con una antorcha en la mano. Su creencia se basa en la razón, y no puede romperse excepto por una razón aún mayor, porque es el diamante el único que puede cortar el diamante, y la razón es la única que puede romper a la razón. 

‘Ain al-Iman, la cuarta etapa de la creencia es una creencia de convicción; no sólo la razón, sino cada parte de su ser está convencida y segura de la verdad de las cosas, y nada en la tierra puede cambiarlo. Si alguien le dijera: “No cruces por este lugar, aquí hay agua”, él respondería: “No, es tierra. Puedo verlo por mí mismo’. Es como ver con los ojos todo lo que uno cree. Esta creencia es la creencia del vidente cuyo conocimiento es su testigo ocular, y por lo tanto su creencia durará por siempre jamás. Por supuesto, a medida que un alma evoluciona de etapa en etapa, debe romper la creencia anterior para establecer la posterior, y esta ruptura de la creencia es llamada por los sufíes tark, que significa abandono; el abandono del ideal mundano, el abandono del ideal celestial, el abandono del ideal divino, e incluso el abandono del abandono. Esto lleva al vidente a las orillas de la verdad última. 

“La verdad es lo que no se puede expresar completamente, y lo que se puede decir no es necesariamente la verdad”. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda