Hazrat Inayat: Lo que queda
En este texto Hazrat Inayat Khan habla en un estilo inusualmente “telegráfico”. Los pensamientos se siguen unos a otros lógicamente, pero en algunos casos los lectores deben realizar su propia conexión entre ellos. En el primer párrafo, por ejemplo, hay dos maneras en las que lo Divino atrae – bien sea activamente, llamando a los elegidos durante su vida momentánea en la forma, o por la ley de destrucción, cuando toda forma se pierde.
En la Biblia, en el Corán, en todas las escrituras religiosas, leemos que hay una atracción a través de la cual el Ser Divino llama a todas las criaturas hacia Sí. Esto sucede de dos maneras. Los elegidos de Dios son atraídos hacia Dios durante su vida, conscientemente. Y porque para todo ser llega su destrucción, cuando es destruido y se pierde. Todo en el mundo es fani, esto es, en espera de aniquilación. Para toda roca, todo árbol, todo ser que vemos, llegara el día en que será destruido.
Nuestro cuerpo no se quedará con nosotros. Cada elemento será atraído hacia su semejante: el fuego hacia el fuego, el agua hacia el agua, la tierra hacia la tierra. Cuando el cuerpo se destruye la mente permanece. En la mente también están los elementos, aunque no podemos verlos; están en las vibraciones. La ira genera calor, que enrojece los ojos y se calienta todo el cuerpo. Viene la paz, el elemento agua. Los elementos en las vibraciones también son atraídos hacia su propio elemento. Si algo queda, es el alma, nur, la luz de Dios.
Todo en el mundo desea vivir. Nadie quiere morir. Y si alguien bajo la influencia de alguna pena, dice, “sería mejor si estuviera muerto”, cuando el momento haya pasado, si le preguntan “¿Quieres morir ahora?” dirá, “No”. Debemos ver qué en nosotros es fani, para ser aniquilado, y qué es baqi, vida, lo que se quedará con nosotros y lo que no. Reconocemos como nuestro ser aquello muere, lo que no es nuestro y por consiguiente tememos a la muerte. Nuestro vestido no se quedará con nosotros, no es nuestro. Por eso Cristo dice, “si alguien te pide tu abrigo, dale también tu capa”. Porque ninguno es tuyo. El abrigo perteneció primero a la oveja y nos dejara a nosotros y así sucesivamente. Vemos que siempre somos atraídos por nuestros semejantes, por alguien de nuestro país, de nuestra raza, de nuestra escuela. Dios es aquello que nunca morirá. Su naturaleza es vida. Nuestra verdadera afinidad es con Él. Él es nuestro verdadero amigo.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel