Ibn Arabi: Shams, Madre de los Pobres
En su antología de varios sufíes de Andalucía, Muhammad Ibn all Arabi rinde un homenaje especial a dos mujeres del camino. Acá está su presentación de una de ellas, a quien llama “Sham, madre de los pobres”.
Ella vivía en Marchena de los Olivos, donde yo la frecuentaba. Entre las personas como nosotros yo nunca había conocido una como ella, en lo que concierne al control que ella tenía sobre su alma. En sus actividades espirituales y mensajes, ella figuraba entre los maestros más grandiosos. Tenía un corazón fuerte y puro, un noble poder espiritual y un fino discernimiento. Solía ocultar su estado espiritual, aunque en secreto ella me revelaba algo de él, porque sabía de mi propio logro, cosa que me alegraba. Ella fue bendecida con muchos dones. Yo fui testigo de su intuición y la tomé como una maestra en este campo. Su estado espiritual se caracterizó principalmente por el temor a Dios y Su beneplácito en ella, dos cosas cuya combinación en una sola persona resulta extremadamente inusual, aún entre nosotros.
La conocí por primera vez cuando ella estaba en sus ochentas.
Un día, al Mawruri y yo estábamos con ella. De golpe ella miró hacia otro lugar de la habitación y gritó a todo pulmón “Ali, regresa y recoge el pañuelo”. Cuando le preguntamos a quién le hablaba, ella explicó que Ali venía en camino a visitarla y que se había sentado para comer junto a un abrevadero. Cuando se hubo levantado para continuar el recorrido, olvidó su pañuelo. Esta era la razón por la cual ella lo había llamado; él habría vuelto sobre sus pasos y recuperado el pañuelo. En ese momento, Ali se encontraba a más de una legua de distancia. Luego de una hora llegó y le preguntamos qué le había sucedido en el camino. Nos contó que había hecho una parada cerca de algún abrevadero para comer y que al retomar el camino había dejado atrás el pañuelo. Luego él nos contó que había escuchado a nuestra señora Shams llamándolo para que volviera y lo recuperara, cosa que él hizo. Ella también tenía el poder de expresar los pensamientos de los demás. Sus revelaciones eran verdaderas y la vimos realizar muchos milagros.
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur,
a partir de la versión al inglés de R. W. J. Austin