Más acerca del perdón
Hace unos días esta publicación presentó las respuestas de Hazrat Inayat Khan a dos preguntas acerca del Padrenuestro, y algunos lectores luego comentaron sobre el perdón de las “transgresiones”. Para continuar, se publicó este texto sobre el perdón. Sin embargo, el tema ha provocado más preguntas y correspondencia, por lo que vale la pena explorarlo más a fondo.
En primer lugar, debemos señalar que la pregunta original cita erróneamente la oración dada en Mateo 6:9.13. Las traducciones más comunes al inglés hablan del perdón de nuestras “deudas”, mientras otras traducciones hablan de “pecados” o de “faltas”. El término “transgresiones” sólo aparece en Mateo 6:14-15 cuando Jesús desarrolla aún más la idea del perdón.
Para los lectores del Inner Call, parece que el problema no es cómo Dios nos puede perdonar (no está claro si esto es por una profunda confianza en la misericordia de Dios o por una bienaventurada ignorancia de nuestra propia condición), sino la dificultad de perdonar a los demás.
Es muy común acumular recuerdos de heridas que hemos sufrido, junto con todos los sentimientos asociados de ira, resentimiento e incluso sentimientos venenosos de revancha. También tendemos a culpar a otros de nuestras desgracias aún cuando nosotros mismos somos los responsables. Lo que es más, parece que atesoramos estos recuerdos, al menos si consideramos el largo tiempo que los conservamos. Hoy en día en el mundo existen conflictos armados originados en eventos que ocurrieron siglos atrás – mucho antes de cualquier recuerdo vivo, conflictos que hoy generan derramamiento de sangre y arruinan vidas sólo porque las generaciones actuales preservan el recuerdo de un “error” como si fuera sagrado. ¿Cómo puede ser sagrado un error? Sin duda, lo sagrado reside en lo que es bueno.
En el texto sobre el perdón, Hazrat Inayat nos aconseja que, si nos sentimos incapaces de perdonar, al menos podemos tratar de olvidar; al dejar ir un agravio que tenemos presente, con el tiempo nuestros sentimientos pueden disiparse lo suficiente como para también permitirnos perdonar. Algunos pueden oponerse a esto sobre la base de que recordar el daño que hemos sufrido nos ayudará a evitarlo en el futuro, pero hay una diferencia entre la lección que aprendemos de una herida y el resentimiento o la “deuda” que mantenemos contra la persona que nos la causó. Cuando nos quemamos con algo caliente, el recuerdo del dolor pronto desaparece, pero no olvidamos la lección que nos ha enseñado.
El uso de la palabra “deuda” en este contexto es ilustrativo: una deuda viene de un intercambio, una transacción, entonces podemos entender del concepto que nuestros pensamientos, palabras y actos interactúan con aquellas personas que están a nuestro alrededor, afectándoles de varias maneras, y también afectando nuestra relación con el Uno. Sin embargo, debemos tener cuidado de no utilizar la palabra tan literalmente. Se puede tener una expectativa razonable de que una deuda comercial sea reembolsada, pero en el continuamente cambiante mar de la vida, es más sabio vivir sin expectativas. Cada acción tendrá alguna consecuencia inesperada, y ¿quién es capaz de detener las ondas expansivas de nuestras acciones, mucho menos deshacer su efecto? Si no podemos liberarnos de los efectos de nuestras propias acciones, entonces, ¿qué podemos esperar de los demás? Podemos sentir que tienen una deuda con nosotros debido a algún error –real o imaginario– pero lo que está hecho no puede deshacerse. Mantener en la mente los errores del pasado, particularmente cuando no hay esperanza de pago, sólo pone una sombra en nuestra propia consciencia, mientras que olvidar el agravio –o aún mejor, perdonarlo– trae luz para disipar la sombra.
En otras palabras, perdonar es una forma de liberarnos de la infelicidad del pasado. Y como Hazrat Inayat explica en la primera publicación mencionado arriba, el perdón crea más perdón; es mucho más fácil tanto ser perdonados y perdonar si nosotros mismos sinceramente reconocemos nuestras faltas y pedimos perdón.
Traducido por Inam Rodrigo Anda