Más Acerca de No Juzgar
La reciente publicación acerca de no juzgar provocó un interesante intercambio de correos, tanto en línea como a través de mensajes privados. Parece que Jesús reconoció una tendencia muy humana cuando aconsejó abstenerse de hacer juicios, porque hasta hoy todavía estamos luchando por superarlos.
La publicación previa caracterizó al juicio como un intento de controlar el mundo, y esto nos da una pista de al menos una razón por la que tenemos el hábito de juzgar: es porque nos sentimos inseguros. Es el resultado de una errónea percepción acerca de quién o qué somos. Cuando nos identificamos con algo limitado, entonces por supuesto habrá inquietud, porque a cada instante lo limitado es propenso al cambio. Esta inquietud se convierte en hábito, y consecuentemente vivimos bajo las nubes de duda y miedo, construyendo y reparando constantemente muros para dejar fuera lo que no podemos controlar.
Por supuesto, esto no nos hace felices, y aquellos que luchan por despertar sienten el deseo de soltar este hábito de defensa – pero ¿cómo? Dejar ir el deseo ansioso de ser correcto, de ser más ‘correctos’ que el resto del mundo, es un acto de rendición; significa dejar que los muros que hemos construido se desmoronen, permitir que otros entren en ‘nuestro’ espacio – pero también darnos permiso para viajar fuera de nuestro antiguo encierro. Nuestro horizonte se expande incomparablemente cuando nos rendimos de esta forma.
Hablando de rendición, podemos pensar en esta frase del Gayan:
Todos se rinden con gusto ante la belleza
y de mala gana ante el poder.
Esta sabiduría ciertamente nos ofrece un consejo valioso acerca de cómo lidiar con los demás, pero también se puede entender como una lección sobre nuestra vida y nuestro camino espiritual. Vivimos en esta vida terrenal día a día, pensando principalmente en nuestros propios pequeños asuntos y sin considerar el futuro inevitable, pero en algún momento llega un poder al que debemos rendirnos – y entonces esta vida en la tierra se termina. Pero si ya nos hemos rendido a la belleza, ese momento de transición no será más difícil que desechar un par de zapatos viejos.
Los muros del juicio que hemos construido dejan fuera de vista a la infinita belleza. El mejor incentivo para tumbar esos muros es el flujo de belleza que entrará cuando lo hagamos.
Traducido por Darafshan Daniela Anda