No mirar, no decir, no hacer
Nuestra conversación giró en torno a este dicho del Gayan, en Suras: Benditos aquellos que cubren las cicatrices de otros aún de su propia vista. Como muchas piezas de la sabiduría Sufí, esta abre nuestros corazones hacia una belleza maravillosa y luego nos deja en aprietos.
Todos estuvimos de acuerdo en que pasar por alto las cicatrices de otro, las marcas de las heridas, las deformaciones, ya sea por los golpes de la vida o por las luchas frustrantes con uno mismo, es compasivo, un acto de bondad amorosa. Ocultar esas cicatrices incluso de nuestra propia vista requiere una amplitud de espíritu a la que a todos nos gustaría aspirar. En el mundo en general, la tendencia es más bien la opuesta; las personas buscan constantemente lo que creen que es la perfección, y ahora usan filtros de computador para borrar las líneas y las imperfecciones que la vida ha dibujado en sus rostros. Si encuentran algo que no encaja con sus conceptos administrados, retroceden y rechazan. El ejemplo de San Francisco cuidando a las personas que padecen la enfermedad deformante de la lepra podría ser tan instructivo ahora, y tan difícil de seguir, como lo fue en el siglo XIII.
Pero para la mayoría de las personas hay una diferencia entre pasar por alto las cicatrices de aquellos que conocemos de pasada y aguantar las peculiaridades (para usar una palabra suave) de aquellos que están cerca de nosotros. ¿Significa que no podemos decirle nada a nuestra pareja, por ejemplo?, preguntó una persona del círculo, con un toque de ansiedad. Es un dogma moderno que debemos ser auto-asertivos, que debemos sentirnos capacitados para levantarnos solos. ¿Enseña el sufismo que nunca debemos hacer eso?
La sabiduría, la sabiduría viva, no se puede codificar y es por ello por lo que nunca podemos decir “nunca”: la vida es compleja y puede haber momentos en los que sea necesario poner las cosas claramente. Sin embargo, si podemos lidiar con los aspectos prácticos y evitar “clavar a una persona en su culpa”, como dice Hazrat Inayat Khan, se mantiene viva la compasión implícita en el dicho del Gayan. En otras palabras, debemos distinguir entre hechos y verdad. Una cosa es hablar de los “hechos” de conductas y situaciones, pero en cada persona está la luz de la verdad, aunque a nuestra vista pueda estar muy velada, y eso debe respetarse.
Tal vez la mejor guía para este principio puede ser este dicho del Vadan, en Talas:
Si puedes decir algo sin decirlo, es mejor que no lo digas.
Si puedes hacer algo sin hacerlo, es mejor que no lo hagas.
Traducido por Prajnabai Mariana Betancur