Perfeccionando la armonía
Esparcidas por los verdes valles de Noruega todavía hay varias iglesias antiguas de la época en que la religión cristiana se estableció por primera vez aquí, la más antigua data de alrededor del siglo XI. Estas estructuras de madera se denominan iglesias de “duelas”; su construcción se basó en troncos o duelas verticales de pino macizo que sostienen las paredes y el techo. Un lugar de culto de madera de este tipo era, en cierto modo, una nueva forma de construcción para esta parte del mundo, pero los artesanos de la época sabían muy bien cómo construir barcos; ya siglos antes, los barcos vikingos habían soportado largos viajes a través de las tormentas del Atlántico norte, por lo que no es sorprendente que los techos de las iglesias de madera, cuando se miran desde adentro, sean similares a un casco dado la vuelta. Recubiertos con una mezcla de alquitrán de pino y ceniza de carbón para resistir el clima, han demostrado ser muy duraderos.
Los ejemplos de estas iglesias que han sobrevivido a menudo han sido modificadas, a veces de manera extensa durante la Reforma, pero al examinarlas, es fácil ver que la religión escandinava anterior no fue borrada en absoluto por la nueva fe. Los rastros de las viejas creencias están por todas partes. Los frontones del techo, por ejemplo, están frecuentemente decorados con dragones, que no se ven como criaturas auspiciosas en la simbología cristiana, y las puertas o portales de las iglesias a menudo están rodeadas de tallas asombrosas y complejas que revelan aspectos de la filosofía nórdica.
Si se mira con cuidado el portal que se muestra aquí, uno comienza a reconocer que los bucles y remolinos del diseño, que parecen ser enredaderas y vegetación, en realidad representan los cuellos sumamente extendidos de animales. Es más, cuando uno traza un bucle lo suficientemente lejos, se encuentra con la cabeza de la criatura, generalmente descrita como un lobo, que muerde el cuello de otro animal.
Podríamos suponer que este es un cuadro de agresión; en inglés, hablamos de un mundo en el que “los perros se comen a los perros”, lo que significa que todos solo buscan servir sus propios intereses. Pero los patrones entrelazados y rizados están destinados a enseñarnos algo sobre la armonía. Se muestra a las criaturas mordiéndose unas a otras porque todas las fuerzas de la naturaleza deben ser controladas; una energía que no se controla traerá destrucción.
Aplicando esta lección a nivel individual, podríamos entender que cada persona contiene impulsos y ansias, que a menudo son conflictivos, y es solo cuando estos están equilibrados, para que ninguno abrume a los demás, que tenemos armonía, dentro y fuera.
En cuanto a los dragones, hay un dicho en el Gayán, Boulas, que puede ser apropiado aquí:
Tomar el camino de la desarmonía
Es como entrar a la boca del dragón.
Quizás, lo que podemos aprender de esto es que cualquier intento de adoración, o cualquier muestra de piedad cuando no nos hemos afinado con una condición armoniosa, está destinada a generar dificultades. La adoración significativa requiere una preparación diligente; así como podríamos lavarnos y vestirnos con ropa limpia antes de orar, así también debemos hacer un esfuerzo por armonizar nuestra mente, nuestro corazón y todos nuestros impulsos.
Traducido por Yaqín, Rodrigo Esteban Anda
Gracias Murshid, hermosa y profunda descripción de las duelas, nos enseñas a ver siempre detrás de la forma. Sentí como una campana que me despierta a seguir visualizando el equilibrio en todo, sin juzgar, sin colocarle etiquetas y vivir la armonía dentro y fuera.
Asi es. Se necesita la Armonia interna, desarrollarla, para que se refleje en nuestra vida externa. La armonia interna nos permite expresarnos con belleza y sabiduría.
Gracias por tan hermosa enseñanza