Recuerda recordar
Puede suceder en cualquier momento – un amanecer que nace en el corazón, una sensación de luz en algún lugar detrás de los ojos, un reconocimiento de que por un número incontable de latidos del corazón hemos conocido la paz, o respirado dicha, que sin ningún esfuerzo nos hemos olvidado de nosotros mismos en el absorbente fluir de la belleza. Y comúnmente, cuando nos hacemos consientes del momento, es decir cuando nos alejamos de él, decidimos sostenerlo con firmeza, aferrarnos al reconocimiento de que nuestro horizonte puede ser mucho más amplio de lo que solemos permitir.
Pero entonces, inevitablemente, nos agobia una cosa tras otra – la familia, el trabajo, los amigos, las obligaciones, las tentaciones, los hábitos – cada una demandando atención, y antes de que nos demos cuenta, como el apóstol Pedro, hemos negado por tres veces nuestra vislumbre momentánea de la Divinidad.
Hay una buena razón para que los Sufis mantengan como práctica central la ‘remembranza’, o zikar. La Verdad no está nunca ausente; es nuestra esencia, como lo es la esencia de una rosa, o de un roble, o una estrella, o de la todo-penetrante vida en el espacio, pero la obra de la manifestación significa que debemos andar a tientas nuestro camino hacia la meta a través de una nube de olvido.
¿Qué Podemos hacer para realmente recordar? Cuando nos tambaleamos, como Pedro, es normal sentir remordimiento, pero si el arrepentimiento nos hace caer en la autoflagelación, no nos acercamos a lo que estamos buscando. Pensamientos como ‘No puedo; Soy demasiado débil; Soy un fracaso,’ solo refuerzan la ilusión de la separación.
Usualmente vemos la ‘remembranza’ como un acto de la mente – como cuando tratamos de recordar lo que estaba escrito en un libro, o cómo calcular el área de un círculo, o en dónde pusimos las llaves del auto. Pero el corazón es una memoria mucho más poderosa – lo que mantengamos en el corazón no nos abandona. Cuando realmente amamos, no hay necesidad de andar a tientas para redescubrir el sentimiento – siempre está presente, a menudo de forma abrumadora.
Por eso, la manera más segura de ‘recordar’ la Verdad (o la presencia Divina) es encontrar todo lo que vale la pena en esos momentos de realización y guardarlo en el corazón. Entonces, tan a menudo como podamos, y sobre todo cuando estemos más distraídos, tomarnos un momento para mirar de nuevo el jardín que ahí crece.
Traducción Darafshan Daniela Anda