Seng Ts´an: La mente de absoluta confianza
Seng Ts´an (d. 606 CE) fue el tercer patriarca chino de la escuela de budismo Chan, una tradición meditativa que posteriormente dio lugar a la corriente japonesa del budismo Zen. Se conoce muy poco a cerca de la vida de Seng Ts´an, pero se dice que una vez le pidió a su maestro Hui-k´o que lo purificara de sus pecados. Hui-k´o respondió, “Tráeme tus pecados y yo te purificaré”. Seng Ts´an permaneció en silencio por un tiempo, estudiándose a sí mismo, y luego dijo, “he buscado mis pecados, pero no puedo encontrarlos en ninguna parte” “Entonces te he purificado”, dijo Hui-k´o, y en ese instante Seng Ts´an alcanzó la iluminación.
El gran camino no es difícil
para quienes no están apegados a sus preferencias.
Deja ir el anhelo y la aversión
y todo estará perfectamente claro.
Cuando te apegas un pelo a la distinción,
el cielo y la tierra se apartan.
Si quieres reconocer la verdad,
no estés a favor ni en contra.
El conflicto entre el bien y el mal
es la enfermedad principal de la mente.
Por no captar el significado más profundo
solo perturbas la tranquilidad de tu mente.
Tan vasto como el espacio infinito,
es perfecto y nada le falta.
Pero debido a que seleccionas y rechazas
no puedes percibir su verdadera naturaleza.
No te enredes en el mundo
no te pierdas en la vacuidad
Permanece en paz en la unidad de las cosas,
y todos los errores desaparecerán por sí mismos.
Si no vives el Tao,
caes en afirmación o negación.
Afirmando que el mundo es real,
eres ciego a su más profunda realidad;
negando que el mundo es real,
eres ciego a la abnegación de todas las cosas.
Mientras más piensas en estas cosas,
más alejado estas de la verdad.
Hazte a un lado de todo pensamiento,
y ahí no hay lugar donde no puedas ir.
Regresando a la raíz, encuentras el significado;
persiguiendo apariencias, pierdes su origen.
En el momento de una profunda comprensión
trasciendes ambas la apariencia y la vacuidad.
No sigas buscando la verdad;
solo deja ir tus opiniones.
Pues para la mente en armonía con el Tao,
todo egoísmo desaparece.
Sin siquiera dejar rastro de duda en ti mismo,
puedes confiar completamente en el universo.
De repente eres libre,
sin nada a que aferrarte.
Todo es vacío, brillante,
perfecto en su propio ser.
En el mundo de las cosas como esas,
no hay yo, ni no yo.
Si quieres describir su esencia
lo mejor que puedes decir es “No dos”
En este “No dos” nada está separado
y nada en el mundo esta excluido.
La iluminación de todos los tiempos y lugares
ha entrado en esta verdad.
En ella no hay ganancia ni perdida;
un instante son diez mil años.
No hay aquí, ni allí;
el infinito esta justo frente a tus ojos.
Lo diminuto es tan grande como lo inmenso
cuando los límites objetivos se desvanecen;
Lo inmenso es tan pequeño como lo diminuto
cuando no tienes limites externos.
Ser es un aspecto de no ser;
no ser no es diferente de ser;
Hasta que no entiendas esta verdad,
no verás nada claramente.
Uno es todo; todo
son uno. Cuando reconoces esto,
¿qué necesidad hay de santidad o sabiduría?
La mente de absoluta confianza
está más allá de todo pensamiento, todo esfuerzo,
está perfectamente en paz, pues en ella
no hay ayer, ni hoy, ni mañana.
Traducción al español de la versión en inglés de Stephen Mitchell:
Hafiz Juan Manuel Angel