Bofetadas y Besos
La pregunta surgió en el curso de un muy interesante debate sobre sacrificio y disciplina, tema de una publicación reciente de Hazrat Inayat Khan. “La gente recibe duros golpes en la vida. ¿No enseña el Espíritu de Guía con bondad alguna vez?“
Es verdad que todos experimentamos sorpresas desagradables y dificultades, y también es cierto que podemos aprender de esos golpes si tenemos la actitud correcta. Pero, ¿toda golpe que cae sobre nuestra espalda es dada para corregir una falta? Y ¿alguna vez el Espíritu de Guía ofrece una forma más amable de entrenamiento?
Cuando dos manos aplauden, es su oposición la que genera la onda de choque sonora. Si alguien lanza una mala palabra a otra persona, el choque viene de la reacción contra la palabra y el sentimiento que transmite. Pero si la persona objeto del insulto es indiferente, si se ha elevado por encima de preocuparse por tal cosa, si levanta los hombros y deja rodar el comentario, entonces no hay choque y el insulto no va a ninguna parte – dejando solo una marca en aquel que lo arrojó. A partir de aquí podemos ver que nuestra reacción a los eventos en la vida nos muestra todo lo que necesitamos saber sobre nuestra condición, y los golpes y confrontaciones de la vida pueden ser muy instructivos.
Pero estar dispuestos a aprender no significa que paren los golpes. El mundo de las manifestaciones es de bordes y limites, y por consiguiente siempre correremos contra una roca, sin importar en qué dirección sople el viento. Por ejemplo, nuestros cuerpos físicos están sujetos a imperfecciones y enfermedad; si desarrollamos un trastorno, no necesitamos verlo como un signo de que tenemos una espiritualidad deficiente. Tal vez podamos aprender de la enfermedad, sí, pero no es necesariamente un castigo por nuestros ‘defectos’. Aunque con frecuencia somos nuestro peor enemigo, no toda dificultad en la vida es consecuencia de nuestras deficiencias.
Y ahora yendo a la otra parte de la pregunta, si el Espíritu de Guía alguna vez enseña con benevolencia y dulzura: aquí es cuestión de nuestra actitud. En verdad la lluvia de amor y misericordia y compasión es infinita y nunca se detiene, pero en general no somos conscientes de ello. Si nos abriéramos a ser conscientes de las constantes bendiciones que se nos ofrecen en cada momento de la vida, aprenderíamos, en un destello Divino de entendimiento, todo lo que necesitamos para la vida entera.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel