Cuentos : Un lugar en la estancia
Sucedió una vez que cierto derviche llegó a la capital del gran rey Ibrahim Ibn Adham, y entró al palacio, sin solicitar permiso. En oriente se sabe – o se sabía – que la gente ordinaria debe tener cuidado, pues no puede juzgar la estatura de personas como derviches o faquires, que han renunciado al mundo en búsqueda de la verdad. Se dice que brazos poderosos podrían estar ocultos bajo las mangas de una remendada túnica. Por ese motivo, nadie se atrevió a detener al derviche a su paso frente a un guardia tras otro.
Llegó finalmente al gran salón donde Ibrahim Ibn Adham estaba sentado en su trono. El rey saludó al derviche cortésmente y le preguntó qué era lo que deseaba.
“Quisiera un lugar para dormir en esta estancia,” respondió el derviche.
“Esta no es una estancia,” explicó el rey. “Este es mi palacio.”
“Y, ¿a quién perteneció antes que a usted?”
“A mi padre.”
“Y, ¿dónde está él?”
“Él ya no está.”
“Y, ¿a quién perteneció antes que a su padre?”
“A mi abuelo,” dijo el rey. “Él tampoco está ya.”
“Entonces,” dijo el derviche, “este es un lugar en donde las personas se quedan por un tiempo y luego siguen adelante. ¿No es eso una estancia?”
Traducido por Darafshan Daniela Anda