Cuentos: Todos saben más
Ocurrió una vez, en un hermoso día soleado, que el Mullah Nasrudín se sentó bajo un gran nogal. Los pájaros cantaban, el aire estaba dulce, y la luz se filtraba delicadamente a través de las hojas de los árboles, por lo que el Mullah se sintió inspirado por las bellezas de la naturaleza. Empezó a cantar alabanzas al Creador por toda su generosidad y bendiciones.
“De verdad, Señor, tú has hecho al mundo de manera tan perfecta en todas las formas. Los pájaros cantan tu gloria, la luz del sol habla de tu generosidad. Tu creación es inmaculada, ¡que Tu nombre sea alabado!”
Pero en ese preciso momento, el Mullah se fijó en un huerto de zapallos que crecían cerca, con grandes y amarillos zapallos por todas partes y se paró a pensar.
“Pero hay un pequeño detalle,” dijo el Mullah. “Con todo respeto, y en confianza, y lo digo de la mejor manera posible, Señor, quizá estabas trabajando muy rápido para terminar algunas partes. Aquí está un huerto de zapallos y las calabazas son tan grandes que la pequeña planta no alcanza a alzarlos del suelo, mientras aquí estoy bajo un nogal grande como una casa, que apenas carga pequeñas nueces. ¿No crees que es un error?”
Hubo un momento de silencio, y luego, desde arriba del árbol cayó una nuez; le dio al Mullah justo en la cabeza y rebotó, quedando junto a un zapallo particularmente grande.
El Mullah miró la nuez, y luego al gran zapallo. “Ah” dijo “si, ya veo. Quizá Tú sabes más”.
Traducido por Baasit Patricio Carrillo