Cuentos: Puedo juzgar si no miro detrás de mí
Había una vez cierto monasterio en medio del desierto donde una comunidad de monjes meditaba y rezaba, esforzándose por superar sus defectos y afinarse con la perfección Divina. Un día se descubrió que uno de los monjes había cometido una falta grave y, para juzgar el caso y elegir un castigo adecuado, los monjes enviaron un mensaje al más sabio de su orden, un monje llamado Antonio, que vivía solo, aún más alejado en el desierto.
Al principio, Antonio se negó, pero los hermanos insistieron en que debía haber un juicio, así que al final accedió a venir.
Cuando el hermano Antonio llegó, sin embargo, vieron que estaba doblado bajo el peso de una gran vasija que llevaba a la espalda. La vasija tenía un agujero en el fondo, del que salía arena.
Los monjes miraron a Antonio, perplejos, y él les explicó: “He sido convocado para juzgar a mi hermano. Mis propios pecados se derraman detrás de mí como la arena de esta tinaja agrietada, pero si no miro hacia atrás y no advierto mis propios pecados, entonces seré capaz de juzgar a mi hermano”.
Entonces los otros monjes desistieron de su petición de juicio y Antonio volvió a su celda.
Traducido por Yaqin Anda