Cuentos: si él no puede aprender de mi silencio
Sucedió una vez que un padre del desierto, que había renunciado a toda comodidad y se había consagrado al constante deambular en busca del conocimiento de Dios, llegó a un pequeño grupo de monjes que vivían en cuevas de las montañas, donde pasaban el tiempo en plegaria y meditación.
Los monjes saludaron al visitante con toda la calidez debida para un compañero de búsqueda, y lo llevaron a la cueva donde el abad, el miembro más veterano del grupo, estaba sentado en silencio. Allí todos se sentaron ante él y aguardaron.
Después de un largo rato, uno de los monjes dijo al abad: “padre, he aquí un visitante, un servidor del Señor. Quizá lo puedas bendecir con una palabra de enseñanza espiritual”.
El abad salió de su meditación y dijo: “si él no puede aprender de mi silencio, ¿qué podría aprender de mis palabras?”.
Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur