Cuentos: El Rey Janaka y las fronteras de su reino
Esta es una historia sobre el Rey Janaka, el gobernante de Mithila, y el padre de Sita Devi, quien se convirtió en la esposa del avatar El Señor Rama. Janaka era conocido por ser honesto, completamente dedicado al dharma, y muy escrupuloso en todos sus asuntos.
Una vez un brahmán fue llevado ante Janaka para ser juzgado por cometer alguna ofensa. Janaka declaró que un brahmán que no podía comportarse correctamente debía abandonar su reino, y por lo tanto el castigo era el exilio.
El brahmán se inclinó en consentimiento, y luego preguntó, “Oh rey, como usted estima un comportamiento correcto, por favor, dígame dónde está la frontera de su reino, para que yo pueda saber cuándo no estoy más en su dominio. ¿Hasta dónde se extiende su reino?”
Janaka comenzó a pensar. Los cortesanos que intentan alabar al rey dirían comúnmente que él es el gobernante del mundo, pero ¿cómo podría gobernar lo que no conocía? Como nadie conocía los límites del mundo, había tierras que estaban más allá de su conocimiento y control. Obviamente, no era el gobernante del mundo.
Entonces debe ser el gobernante de Mithila, pensó. Pero luego consideró que no podía gobernar las montañas y los bosques, no podía decirle a un lago que se convirtiera en el mar, ni a un desierto que se convirtiera en un bosque. Entonces, ¿cómo podía llamarse a sí mismo el gobernante de Mithila?
Entonces, tal vez era el gobernante del palacio, pensó, hasta que se dio cuenta de que aquí también su mando era pequeño. Vio el salón del trono donde se sentaba en ese momento, pero había partes del palacio a donde nunca fue. E incluso si fuera capaz de ver dentro de cada habitación en cada momento, lo cual no podía, su poder era muy limitado.
Entonces soy el gobernante de mi cuerpo, pensó Janaka, hasta que consideró que por su decreto no podía hacerse más alto o más pequeño, y que algún día su cuerpo caería y no se levantaría nunca más, sin importar lo que ordenara. ¿Cómo podía llamarse a sí mismo el gobernante de su cuerpo?
¿Y mi mente? se preguntó Janaka. ¿Soy el gobernante de mi mente? Ni siquiera eso, pensó, porque los pensamientos vienen sin ser pedidos y los recuerdos se van, aunque yo quiera conservarlos. Al final, concluyó, puedo llamarme a mí mismo el gobernante de nada.
“Brahmán”, dijo Janaka, “eres libre, porque, aunque me siento en un trono, de hecho, no gobierno sobre nada en absoluto”.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.