Cuentos: Layla y Majnun. Primera parte.
Este legendario cuento de dos amantes condenados a la separación eterna fue puesto por primera vez en verso en el siglo quinto de nuestra era por el poeta árabe Qays Ibn al-Maluh, y luego, quinientos años más tarde fue adaptado por el poeta persa Nizami Ganjavi. Desde entonces han seguido muchas otras versiones y descripciones detalladas, entre ellas las de figuras tan notables como Amir Khusrow y Jami. Es la historia de un joven que se enamora de una doncella mientras están en la escuela, y se obsesiona tanto con su amor por ella que todo el mundo piensa que está loco (el nombre ‘Majnun’ significa chiflado o poseído). Consecuentemente, los padres de ella le prohíben tener cualquier contacto con él, y su vida se consume por su anhelo insatisfecho. Así como el amor hace girar a la tierra y al cielo sobre ella, así a través de los siglos los sufíes han incorporado muchos episodios en esta historia para ilustrar varios aspectos del viaje del alma hacia el divino Amado. Esta es la primera parte de la narración de este cuento hecha por Hazrat Inayat Khan, y es interesante notar el estilo en el que él la cuenta, incorporando líneas de poesía. En oriente, donde hay una inmensa cantidad de poesía que es bien conocida, un poema o una historia bien estructurados típicamente incluirán alusiones a otros poemas y a pasajes del Corán que el lector común reconocería inmediatamente.
La historia de Layla y Majnun ha sido contada en Oriente por miles de años, y siempre ha ejercido una gran fascinación. Porque no es solamente una historia de amor, sino una lección de amor; no el amor como es generalmente entendido por el ser humano, sino el amor que se eleva sobre la tierra y los cielos.
Un muchacho llamado Majnun desde su infancia había mostrado amor en su naturaleza, revelando a los ojos de los videntes la tragedia de su vida.
Cuando Majnun estaba en la escuela, llegó a enamorarse de Layla. Con el tiempo, la chispa se convirtió en una llama, y Majnun no se sentía tranquilo si Layla tardaba un poco en llegar; con un libro en sus manos, fijaba sus ojos en la entrada, lo que divertía a los burlones y perturbaba a todos los presentes.
Con el tiempo la llama se convirtió en un incendio, y entonces el corazón de Layla llegó a encenderse gracias al amor de Majnun. Se miraban entre sí, ella no miraba a nadie más en la clase, sólo a Majnun, ni él miraba a nadie salvo a Layla.
Al leer un libro, Majnun leía el nombre de Layla; al escribir un dictado, Layla cubría su pizarra con el nombre de Majnun.
Todo lo demás desaparece cuando el pensamiento del amado ocupa la mente del amante.
Todos en la escuela susurraban, señalándolos. Los maestros estaban preocupados y escribieron a los padres de ambos informándoles que sus hijos estaban locos e intensamente enamorados y que no parecía haber manera de desviar su atención de su idilio, que había bloqueado cualquier posibilidad de progreso en sus estudios.
Los padres de Layla la sacaron de inmediato y la mantuvieron rigurosamente vigilada. De esta manera la alejaron de Majnun; pero ¿quién podría alejar a Majnun de su corazón? Ella no tenía pensamientos más que para Majnun.
Sin ella, Majnun, en medio de la inquietud y el dolor de su corazón, mantuvo a toda la escuela en agitación, hasta que sus padres se vieron obligados a llevarlo a casa, ya que no parecía haber nada para él en la escuela.
Los padres de Majnun llamaron a médicos, adivinos, curanderos, magos y echaron dinero a sus pies, pidiendo algún remedio que sacara el pensamiento de Layla del corazón de Majnun. Pero ¿cómo lograrlo?
Incluso Luqman, el gran médico de los antiguos, no tenía cura para el enfermo de amor.
Nadie jamás ha podido sanar a un enfermo de amor. Llegaron amigos, parientes, los que desean el bien, sabios consejeros, y todos ellos hicieron lo mejor posible para borrar de su mente el pensamiento de Layla. Pero todo fue en vano.
Alguien le dijo, “O Majnun, ¿por qué te entristece la separación de Layla? Ella no es hermosa. Puedo presentarte mil doncellas más bellas y encantadoras, y puedo dejarte elegir a tu novia de entre ellas”. Majnun contestó: “Oh, para ver la belleza de Layla, se necesitan los ojos de Majnun”.
Tr. Inam Rodrigo Anda