Cuentos : Que hable el culpable
Sucedió una vez que el gran emperador Akbar descubrió que faltaba un precioso anillo de sus joyas. Seguro de que se lo habían robado, llamó a su ministro Birbal y le ordenó que descubriera al ladrón.
“Sus joyas y su guardarropa son cuidados por ocho sirvientes, ¿no es así, majestad?”, dijo Birbal. “Y nadie más tiene acceso a estos tesoros. Así que debe ser uno de ellos quien robó el anillo”.
“Todos dicen que son inocentes”, replicó Akbar.
“Por supuesto”, dijo Birbal. “Pero el culpable sabe que miente”.
“Haré que los golpeen a todos hasta que el ladrón confiese”, dijo Akbar.
“Sería injusto golpear a siete inocentes, señor”, dijo Birbal. “Mejor simplemente dejar que el culpable admita su robo. Deja que yo me ocupe del asunto”.
Hizo que trajeran ante él a los ocho sirvientes y les dio una caña del mismo largo a cada uno. “Uno de vosotros debe ser el responsable del robo”, les dijo. “Esta caña tiene propiedades mágicas, y crecerá en presencia de la culpa. Guardadlo y volved a verme mañana”.
Al día siguiente, los ocho sirvientes, cada uno con su caña, se reunieron en presencia de Birbal. Inmediatamente, Birbal le quitó la caña a uno de ellos y lo llevó ante Akbar, donde el sirviente confesó su culpa.
“Pero, ¿cómo has descubierto a este ladrón?”, preguntó Akbar. “¿Son realmente mágicas esas cañas?”
“En absoluto”, respondió Birbal. “Son cañas ordinarias del lecho del río. Pero el ladrón temía que fuera mágico, y por eso acortó su caña”.
Traducido por Inam Anda