Cuentos: Haciéndolos correr
Una vez el Mulá Nasrudín estaba sentado a la luz del sol con un grupo de amigos afuera de una casa de té, y uno del grupo presumía de haber espantado a un par de ladrones.
“Eran un par de rufianes grandes, y de aspecto sospechoso, y yo supe, desde el momento en que los vi, que tenían la intención de robarme por la forma en que se acercaban hacia mí. Así que antes de que pudieran hacer cualquier cosa tomé mi bastón, y empecé a trabajar con el primero, y ¡bam! ¡bam! – antes de que se dieran cuenta, corrían hacia las colinas con sangre en sus caras”.
El grupo asintió con admiración. Entonces Nasrudín dijo pensativamente: “Sí, una vez me pasó algo parecido”.
“En una ocasión, estaba cruzando el desierto”, dijo Nasrudín, “y me encontré cara a cara con un grupo de jenízaros, armados hasta los dientes. Y los hice correr”.
Los amigos se miraron con asombro, pues los jenízaros eran los soldados más feroces, y Nasrudín no era precisamente musculoso. Uno preguntó: “¿Cómo lo hiciste Mulá?”
“Fue muy sencillo”, dijo Nasrudín, “Yo corrí, y ellos me persiguieron”.
Tr. Yaqin Anda