Cuentos: Un verdadero amigo
Hay una historia que se cuenta sobre un hombre que en cierta ocasión estuvo mirando a su hijo sentado en su casa con sus juveniles y bulliciosos compañeros, y cuando se fueron, le dijo, “Hijo, siempre estás con estas mismas personas, pero pienso que ellos no te valoran como un amigo debe hacerlo. Tú puedes aspirar algo mejor. ¿Por qué no ampliar tu círculo y buscar amigos de verdad?”
“Pero padre, nos queremos mucho entre nosotros”, dijo el joven. “¡Somos como familia!”
“Puedes pensar así”, dijo el padre. “Pero he vivido en esta ciudad toda mi vida y puedo decir con certeza que solo tengo unos pocos amigos – uno a quien llamaría un cuarto de amigo, uno que es medio amigo, y solo uno a quien podría llamar un amigo integro y cabal”.
“Padre, compartimos todo, somos como hermanos de sangre. No necesito otros amigos”, insistió el muchacho.
“Quizás”, dijo el padre, “vamos a ver si es así”.
Y le dio a su hijo algo de dinero con estas instrucciones, que fuera a matar un cordero, asegurándose de recolectar la sangre, y que con la carne preparara dolmas*. Y cuando regresara con las dolmas, trajera también la sangre.
Un tiempo después, el hijo regresó trayendo una gran canasta llena de dolmas y una piel conteniendo la sangre del cordero.
“Bien”, dijo el padre. “Ahora ve y busca a tus compañeros e invítalos a un banquete. Estoy seguro de que no se negarán”.
Cuando el hijo se fue de nuevo, el padre envolvió los dolmas en una tela blanca tratando de que parezca la mortaja para un cuerpo preparado para su entierro, untó luego la sangre de cordero en el marco de la puerta de su casa, y con sangre aun en sus manos, se sentó a esperar.
Al poco tiempo, el hijo retornó con sus compañeros, todos ansiosos por el banquete, pero al ver el marco de la puerta ensangrentado, y al padre sentado junto a lo que parecía ser un cadáver, corrieron aterrados, y enseguida buscaron un guardia, pensando que sin duda se había cometido un asesinato.
Apenas entraron los guardias a la casa, llegaron a la misma conclusión, y a empujones llevaron al padre ante un juez. “Hubo un asesinato”, dijeron, “Este hombre sin duda asesinó a alguien”.
“La pena por asesinato es la muerte”, dijo el juez, “Debemos llevarlo al lugar de ejecución”.
Y de inmediato, los guardias, acompañados por el juez, empezaron a llevar al padre al lugar de ejecución. El hijo – horrorizado, atónito, y muy solo, porque, aunque los buscó para que lo ayudaran, sus compañeros ahora fingían que ni siquiera lo conocían – los seguía detrás, incapaz de entender lo que estaba sucediendo.
No obstante, mientras los guardias empujaban al padre entre la multitud, un hombre salió y habló con ellos. “No sé de qué acusan a este hombre, pero daré la cuarta parte de todas mis posesiones si lo dejan libre”.
Por supuesto, los guardias no aceptaron la oferta, y solo apuraron al hombre entre la multitud hacia el lugar de ejecución. Un poco más allá, otro hombre se paró en frente y dijo, “Cualquiera que haya sido el crimen de este hombre, les daré la mitad de lo que poseo si lo dejan libre”.
Esta oferta también fue ignorada y los guardias pronto llegaron con su carga al lugar de ejecución. Sin embargo, mientras se preparaban a acabar con la vida del padre, un tercer hombre dio un paso adelante. “No importa cual pueda ser la acusación en contra de este hombre”, dijo, “Ofrezco todos mis bienes para pagar su deuda. Y si se requiere una vida, pueden tomar la mía en su lugar. Solo déjenlo libre”.
Los guardias estaban profundamente sorprendidos de semejante oferta, y el juez, escuchando esto, le dijo al padre, “Aquí hay algún misterio ¿Por qué podrían estos hombres ofrecer, uno una cuarta parte, otro la mitad y otro todo los que tiene, incluso su propia vida, para liberarte?”
“Por amistad”, dijo el padre, “Su señoría, con mucho gusto le explicaré el misterio, pero primero, le ruego, por favor envié un guardia a establecer quién ha sido asesinado”.
El guardia fue enviado, y pronto regreso, muy confundido, con la noticia de que no había ningún cuerpo, sino solo una tela llena de dolmas. Entonces el juez liberó al padre, y éste le explicó que todo había sido arreglado como una lección para su hijo, para enseñarle algo acerca del verdadero significado de amistad.
El juez, maravillado, le concedió al padre unas monedas de oro por su sabiduría, y le dijo al muchacho, “Joven, tu padre es mucho más sabio de lo que crees. Aprende de él. ¡Te está dando una perla preciosa! Aprende el verdadero significado de la amistad antes que sea demasiado tarde.”
*Dolma es una hoja de parra rellena de una mezcla de arroz, con cebollas, carne de cordero picada
Traducido por Inam Anda