Cuentos: Afligido por mí mismo
Había una vez un rabino muy respetado por todos los miembros de su comunidad. Sus palabras les parecían la sabiduría misma, y se sentían guiados y elevados por sus enseñanzas. Sin embargo, había una persona, un hombre llamado Isaac, que siempre desafiaba las interpretaciones que el rabino hacía de la ley, y se abalanzaba sobre cualquier error que percibiera en su razonamiento. Los demás miembros de la comunidad encontraban su comportamiento fastidioso e irrespetuoso, y a menudo se quejaban de Isaac, pero él no les hacía caso, y seguía discutiendo con el rabino en cada oportunidad.
Entonces, un día, como nos ocurrirá a todos, Isaac falleció. Cuando la congregación se reunió para el funeral, pudieron ver que el rabino parecía inusualmente triste.
“Rabino”, le preguntaron, “¿por qué estás tan triste? ¿Estás triste por Isaac? Era un alborotador. Una piedra en tu camino. Deberías dar gracias a Dios de que se haya ido”.
El rabino suspiró y dijo: “Sí, estoy triste. Es cierto que Isaac era una piedra, obstinado, denso e inflexible, pero un cuchillo necesita una piedra que lo afile. No me aflijo por Isaac, su alma está ahora en el cielo, sino me aflijo por mí mismo. Sin la piedra de Isaac, ¿cómo me mantendré afilado?”.
Traducido por Inam Anda