Cuentos : El beneficio de la imperfección
Cierta vez, a un hombre de negocios adinerado se le ocurrió que quizá debería intentar aprender algo sobre el camino espiritual. Este hombre iba regularmente a la mezquita y escuchaba el sermón todos los viernes, pero se preguntaba si debería haber algo más. Un amigo le dijo: “Bueno, he oído que hay un grupo de harapientos que se reúne en la mezquita en ruinas que hay más allá del cementerio. Ve allí, quizá aprendas algo de esos mendigos”. Así pues, una noche el hombre de negocios se envolvió en una capa y fue a ver qué podía descubrir.
Encontró a un grupo sentado en silencio mientras, desde algún lugar entre las sombras, una voz hablaba sobre el tema de la perfección. Se sentó y escuchó mientras la voz aseguraba a los oyentes que debían hacer todo lo posible por alcanzar la perfección, ésta era su herencia Divina.
Cuando el orador se calló, el grupo empezó a dispersarse, y el hombre de negocios se acercó, queriendo saber quién había estado dando ese consejo. Para su sorpresa, se encontró con un hombre acurrucado contra la pared, tan delgado, retorcido y tullido que parecía incapaz incluso de mantenerse en pie.
“Me asombra”, dijo el hombre de negocios, “que una criatura deforme como usted hable de perfección”.
Mirando de reojo al hombre de negocios, el orador dijo: “La mano Divina de la compasión me ha dado defectos que no puedo ignorar. Por eso he dedicado toda mi vida a la búsqueda de la perfección. En tu caso, el Destino ha ocultado tus defectos a tu propia vista, y por eso te compadezco. Como no eres consciente de lo retorcido que eres, para tí conocer alguna vez la perfección será casi imposible.”
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jauregui