Cuentos: Los Burros con Diferentes Cargas
Sucedió una vez que dos burros entablaron una conversación y, naturalmente empezaron a quejarse de su difícil vida.
“Mi amo me sobrecarga”, dijo uno.
“El mío también”, dijo el otro.
“Enormes y pesados sacos sobre mi espalda, de modo que apenas puedo caminar”, continuó el primero.
“A mí me pasa exactamente lo mismo”, coincidió el otro burro. “Pero déjame contarte un truco que aprendí”.
“¿De qué se trata?”
“Mantén los ojos abiertos para encontrar un arroyo, uno fuerte y que fluya rápido, si es posible. Una vez mi amo me cargó con sacos de sal, ¡se sentía como si estuviera cargando una montaña! Y llegamos justo a un arroyo como el que te estoy contando, y me arrastró sobre él, pero en la mitad, donde las piedras eran redondas y resbaladizas, mis cascos resbalaron y me caí”.
“Debió haber sido doloroso. Mis condolencias”, dijo el primer burro.
“No hace falta”, dijo el segundo burro. “Porque cuando caí, el agua comenzó a lavar la sal, y para cuando mi amo me ayudó a ponerme nuevamente de pie, ¡la carga casi había desaparecido! Por eso digo, busca un buen arroyo, y tu carga se aligerará”.
“Gracias hermano por tu sabiduría”, dijo el primer burro.
Y en efecto sucedió que, al día siguiente, el amo del primer burro lo cargó muy pesadamente, y lo llevó por un camino que los obligaba a cruzar un arroyo. El arroyo era fuerte, y siguiendo el consejo de su amigo, cuando el burro llegó a la mitad del cruce, se tiró de costado en el agua.
Sin embargo, desafortunadamente no iba cargado con sal. Llevaba enormes sacos de lana, y cuando se mojaron, el peso era tan grande que el burro fue arrastrado, y nunca se le volvió a ver.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.