Cuentos: El Loro Fiel
Existió alguna vez hace mucho tiempo un muy bello y colorido loro que vivía en las ramas de un higo. El loro, cuyas plumas mostraban todos los colores del arcoíris, era muy feliz en el higo. Sus grandes hojas lo protegían de los ardientes rayos del sol y sus tiernos frutos lo alimentaban cuando tenía hambre. Le gustaba treparse en las ramas del higo y escuchar el murmullo de la briza meciendo suavemente las hojas.
Una tarde, cuando caía la noche y el loro se preparaba para dormir, dijo “Querido higo, te amo con todo mi corazón. Nunca te dejaré.”
Y por cosas del destino estas palabras llegaron a los oídos de Shakra, el poderoso señor de los Devas “¿Es verdad?” se dijo a sí mismo. “¿Es este loro realmente tan fiel? Lo pondré a prueba y miraré”.
Al día siguiente las hojas del higo comenzaron a marchitarse y los frutos a caerse. Uno tras otro se secaron y cayeron dejando las ramas desnudas.
El loro estaba consternado. “Querido higo” dijo “¿Qué te está pasando? ¿Cómo puedo ayudarte?” Pero el higo no tenía voz para responder.
Pronto la morada del loro no era más que ramas vacías, cuya corteza seca se estaba pelando. Otros pájaros, volando por ahí, vieron al loro sentado en el higo y lo llamaron. “Pájaro necio, ¿por qué te quedas ahí? Vete volando y encuentra un hogar mejor”.
“No,” respondió el loro, “¿deja uno a un amigo que está enfrentando dificultades? Soy fiel y no dejaré a mi amigo el higo”.
Pasó el tiempo y el loro sufrió de calor y también de hambre pues ya no había higos para comer. Finalmente llegó el día en que sintió que su fin estaba cerca. Acuñado en una hendidura entre una rama y el tronco, murmuró, “Querido higo, te prometí que no te dejaría y he sido fiel. Cuando ya no esté, mi cuerpo caerá y alimentará tus raíces”.
Entonces Shakra, que había estado viendo todo, envió un suave viento y una lluvia de tierna luz dorada, y casi instantáneamente el higo recuperó su gloria del pasado. Cerca del pico del loro creció un gran higo maduro.
“Pequeño pájaro” dijo Shakra, “Tu fiel corazón ha traído a la vida a tu amigo. Todos los dioses se regocijan a la luz de tanta sinceridad”.
Con una sonrisa como la salida del sol, Shakra entonces ascendió al azul de los cielos. Y el pequeño loro sintió suprema alegría de ver a su amigo el higo vivo de nuevo.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel