Cuentos: El ratón y el elefante 

Ocurrió una vez hace mucho tiempo que cierto ratón, tentado por el olor de las frutas maduras abandonó su tribu correteando por el pasto y se trepó a un árbol. Sin embrago, no estando diseñado para tales aventuras, rápidamente perdió el equilibrio y cayó, pero por los misterios del destino, luego de solo un breve descenso aterrizó sobre el lomo de un elefante que pasaba. 

Al principio el ratón se aterró – sintió miedo de caer desde la altura del lomo del elefante, y se asustó también de que el elefante se disgustara por su presencia y tomara revancha de su diminuto pasajero. El elefante sin embargo parecía no advertir al pequeño ratón y continuó calmadamente su camino. 

Pronto el ratón perdió el miedo y mirando alrededor las copas de los árboles, se empezó a sentir muy majestuoso. Arrastrándose hacia adelante, tomo un lugar en la cabeza del gran elefante y se instaló allí como un marajá. 

Cuando el elefante atravesó el bosque, otras criaturas vieron pasar al ratón, incluyendo algunos miembros de su innumerable familia. Viendo a sus parientes abajo, el ratón se burló de ellos. “Miserables comedores de semillas,” gritó. “¡rastreros inferiores! ¡observen el gran ratón que yo soy! ¡Cada uno de mis pasos cubre leguas! ¡Tiemblen ante mí!” 

Al escuchar esto el elefante pensó para sí mismo, “Ah, ¿eres un gran ratón? Lo veremos.” 

El ratón continuó de esa manera mientras el elefante atravesaba la jungla hasta que al fin llegó a la orilla de un enorme y caudaloso rio. Aquí se detuvo y echando su tronco hacia arriba, destronó al ratón de su posición y lo depositó en la tierra. 

“Oh, gran ratón,” dijo el elefante, “puesto que eres tal monarca dentro de los roedores, por favor guíame para cruzar el río”. 

Asomándose a través de los tallos de los pastizales de la orilla del río, el ratón observó con terror la vasta extensión de agua espumosa arremolinada. “¿es un río? ¿o el océano? ¡No hay manera de cruzar esto!” 

“No imposible para un gran ratón como tú” dijo el elefante. Vadeó dentro del agua. “Mira, no es más alta que mis rodillas. ¡Adelante entonces! ¡Muestra tu grandeza!” 

“Mis rodillas no son como las tuyas,” dijo el ratón humildemente. “Veo ahora que un dragón para mí no sería más que una hormiga para ti. Solo tú puedes cruzar esta corriente” 

“Ven entonces” dijo el elefante, recogiendo de nuevo al ratón en su tronco. “Tu peso es nada para mí. Puedo cargar a un millón de tu clase hasta el otro lado”. 

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel