Cuentos: El problema de preocuparse
Tal vez has oído hablar del pueblo judío de Chelm. Si no eres de allí, sin duda creerás, como todo el mundo, que todos los habitantes de Chelm son tontos. Pero si has tenido la suerte de nacer en ese lugar, sabrás que los habitantes de Chelm están todos y cada uno dotados de una maravillosa y asombrosa sabiduría. Se dice que el pueblo está en algún lugar de Polonia -quizá-, pero los habitantes se cuidan de no decir demasiado sobre dónde viven, por temor a atraer demasiados visitantes en busca de soluciones a sus problemas.
Sucedió una vez que los sabios de Chelm, sentados juntos en su sinagoga, comenzaron a discutir el problema de la preocupación. Uno por uno, cada uno de los hombres allí presentes reveló que pasaba gran parte de su día preocupándose por una cosa o por otra. Es más, la preocupación no parecía servir de nada, porque cada día había algo de lo que preocuparse, si no era la preocupación del día anterior, entonces algo nuevo.
“¿Pero por qué debemos perder tanto tiempo preocupándonos?”, decían. “¿Es eso sensato? No”. Así que decidieron contratar a Yossel, el zapatero del pueblo, para que se preocupara por ellos. Por este servicio, le pagarían la suma de un rublo a la semana. Yossel se preocuparía y ellos serían libres.
El asunto parecía resuelto y todos se sintieron aliviados, hasta que uno de los miembros del grupo dijo: “Un momento. Si Yossel recibe un rublo a la semana, ¿de qué tiene que preocuparse?”.
Traducción: Yaqín Anda