Cuentos: El riesgo de Infección
Cierta vez el mulá Nasrudín consiguió un cargo como inspector de prisiones. Bueno, ¿por qué no? ¿Quién podría estar mejor cualificado? En consecuencia, se puso su mejor -y único- turbante y empezó a entrevistar a los prisioneros, preguntando a cada uno: “¿Por qué estás aquí?”.
“Todo es un malentendido”, respondió el primer hombre. “Me condenaron por robo, pero le aseguro a su excelencia que sólo llevaba la bolsa para un amigo y no tenía ni idea de lo que contenía. Soy inocente”.
El siguiente hombre dijo: “Me acusaron de golpear a un hombre, pero juro que simplemente se cayó por las escaleras, y en cualquier caso yo estaba en otro pueblo en ese momento. Soy inocente”.
El tercer hombre dijo: “Me condenaron por soborno, pero por la memoria de mi padre juro que el dinero se me cayó por accidente del bolsillo cuando hablaba con el juez. Soy inocente, señoría”.
El cuarto hombre dijo: “Mulá, soy culpable de más delitos de los que puedo contarle, y este encarcelamiento me ha obligado a reflexionar seriamente sobre mi vida. Espero superar mi maldad”.
De inmediato, Nasrudín llamó al guardia. “Saquen de aquí a este hombre cuanto antes”, ordenó. “Su deshonestidad puede infectar a todos estos prisioneros inocentes”.
Traducido por Inam Anda