Cuentos: El sentido del poeta
Sucedió una vez que un poeta árabe, de considerable habilidad, llegó al palacio de cierto rey. El rey era turco de nacimiento, y aunque tenía muchas cualidades excelentes, había sido criado sin ningún tipo de formación en el idioma árabe o en la literatura persa.
Como era la costumbre literaria de aquella época, el poeta compuso una oda de la más alta calidad en elogio del rey y acudió a la corte para presentarla. Allí, el rey se sentó en su trono, y todos los cortesanos se sentaron debajo en alfombras y cojines. Entonces el poeta se levantó y comenzó a recitar su oda.
Mientras el poeta hablaba, el rey escuchaba atentamente, asintiendo con la cabeza en apreciación de ciertos versos magistrales, luciendo desconcertado y asombrado por los versos que incitaban miedo, y mostrando una modestia apropiada cuando el poeta lo alababa directamente.
Los cortesanos se miraron unos a otros con sorpresa, y algunos también se sintieron muy intranquilos. Todos creían que el rey no hablaba ni una palabra de árabe, por lo que algunos habían usado el idioma para ocultar sus planes deshonestos. ¿Era posible que sus maquinaciones fueran conocidas?
Cuando el poeta terminó su oda, estos cortesanos fueron corriendo hacia un confidente particular del rey, y le ofrecieron muchos regalos si solo les decía si el rey realmente hablaba árabe. Este hombre aceptó para ver lo que podía aprender.
Algún tiempo después, cuando el rey llevó a este confidente a una expedición de caza, el hombre encontró la oportunidad que había estado esperando. “Majestad”, dijo, “le agradecería me iluminara en cierto punto. Siempre me han dicho que su majestad no habla árabe, pero parecía disfrutar plenamente de la oda del poeta. ¿Es que he sido mal informado?”
“Para nada, mi amigo”, dijo el rey. “No entiendo el árabe en absoluto”.
“Entonces, ¿cómo fue que recibió la oda tan favorablemente?”
“Porque”, dijo el rey, “no escuché el sentido de las palabras. Escuché el sentido del poeta”.
Traducido por Yaqín, Rodrigo Esteban Anda